Hoy, precisamente hoy, es uno de esos días en que la barbarie no atempera sus horas. Ni la paria, tampoco, sus miasmas. Hoy, día quince de enero, se produjo o mejor dicho, buena parte de la sociedad venezolana pudo ver en vivo y en directo una ejecución. En Venezuela, bien es sabido, normalmente suelen salir muchos videos grotescos a la luz pública; desde descuartizamientos, fusilamientos, asaltos, secuestros, asesinatos, entre muchas otras cosas groserías. Pero hoy, precisamente hoy, vimos, unos con anonadamiento, otros con escarnio brotándoles cual sarampión; la ejecución de un valiente, de un venezolano que se alzó en armas contra la tiranía chavista; ese hombre, el señor de ojos bonitos como muchas, en estado de erubescencia, solía decir. Este venezolano se llama Óscar Pérez, funcionario policial del CICPC, el cual hace casi siete meses atrás insurgió contra el Estado chavista. Hoy estoy roto, profundamente cuarteado, como un espejo a punto de venirse abajo; tan cuarteado y surcado, que parezco anfractuoso, espalda de cocodrilo o desierto de Sahara acanalado por pies descalzos. Zygmunt Bauman, filósofo y ensayista, basó gran parte de su obra en decir que las redes sociales son una trampa. Aseveración poderosa, pero pronunciada en la habitual relatividad del mundo; hoy, a Óscar Perez, las redes sociales no lo aislaron, ni nos aisló a nosotros de él: hoy quince de enero de 2018 filmó su ejecución en una serie de videos a través de redes sociales. Y como la sangre le brotaba de su dermis, no sé pero, pero como si fuesen de él fragmentos, se me invaginaron primero en el lagrimal izquierdo, luego en el lagrimal derecho; los témpanos de su existencia derritiéndose, me inundaron, como la sangre en las arterias sanguíneas, mis pómulos en estado de erubescencia cuando veía, casi desplomándome, casi gritando, su despedida y su casi final deseo: ”Le quiero pedir a Venezuela que no desfallezca, que luchen, que salgan a las calles, es hora de que seamos libres y sólo ustedes tienen el poder ahora… Los amamos con todo el corazón. Sebastián, Santiago, Dereck, saben que hemos hecho esto por todos los niños de Venezuela, por ustedes, los amo. Espero verlos algún día, de nuevo, los amo”.
Se alzó contra el Estado chavista, contra el monstruo bicéfalo del sistema, contra la barbarie, contra el yugo, contra la insania, contra el consorcio criminal, contra las mafias… ¡Se alzó! Quizá, muchos pudieron criticarle. El peyorativo de «youtuber» fue quizá el más recurrente. Cuando las redes sociales se utilizan con el objeto de «comunicar», cuando sobrepasa el aislamiento que supone del mundo, no es una simple recordación en imágenes para ensalzarse, ni para banalizar una lucha, pues, en una latitud condenada al cese de la emisión de noticias reales ¿cómo alcanzar espectro, cómo proyectarse? Es inaudito que el único medio que utilizamos para comunicarnos, para no sabernos aislados de la coyuntura actual, se utilice como epílogo de una historia de fracaso, ¿por qué? No fue acaso, este medio, la red social, por medio del cual nos salvamos los unos a los otros con tejidos descentralizados para donar medicamentos, por medio del cual nos imbricamos en una misma causa durante 4 meses de protestas continuas, ¿por qué el uso que este mártir les dio, equivale a ser un youtuber sin más objeto que el de interpretar un «pote de humo» del Estado chavista? En la serie de videos publicados, los que evidenciaron los últimos momentos de vida tanto de Óscar como de sus compañeros, sirvieron de objeto a una mar de escarnios, de mezquindades, de abyecciones, de viles “jocosidades”. Hoy no sólo perdí a Óscar sino también el respeto: gran parte de la clase académica, la clase intelectual, la clase estudiantil, infinidad de grupos sociales quedaron al descubierto. Goliat no sólo goza de su fisonomía descomunal, no; también goza de los pequeños Davids que reptan como la ofidia y se sienten como un Goliat enternecido por sus baladíes.
Uno de los comentarios que me hirieron profundamente fue de un comediante, guionista y locutor, llamado Ricardo del Bufalo que se jacta de cierto respeto y reverencia y, gozando de portentosa bastardía, escribió: “Se burlaron de mí por hacer un meme de Óscar Perez, cuando él fue el primero que banalizó la lucha”. A él le respondí públicamente vía twitter, su respuesta fue borrar el tuit realizado como cualquier cobarde que pertenece a una nómina (Sí, bien listado lo tenemos, un grupo que nos dedicamos a correlacionar opiniones que impulsan una misma matriz que el Estado chavista), porque es curioso, quienes denuncian en todo «banalización», banalizan constantemente lo que sea opuesto a aquello que garantice la continuidad del sistema de rapiña. Sin más que agregar al respecto, anexo mi respuesta pública: ”La estructura hegemónica del chavismo, no sólo se basa en la infiltración de nefandos en toda estructura de la sociedad. También es una hegemonía lacaniana; creada a partir del inconsciente. Menuda crápula eres”.
Otro comentario, esta vez proveniente de la falacia juvenil, esa que derrocha, como un espectáculo en constante devenir, el modelo o individuación Macho.man. Su impudicia discursiva y estrechez neural le dio para esta hez-hidalguía de quinceañero que no ha enfrentado mayor yugo que el de la eyaculación precoz: “Que clase de insurrecto se roba las armas, esposa a los militares y acto seguido LES LEE LA BIBLIA? sí, en los videos se ve al tipo hablando sobre el Dios de Jericó, las cholas de Matusalen, la corona del Rey David y demás memorabilia del antiguo testamento”. Yo sólo respondí esto: ”Introspección religiosa o paroxismo de fe. Cuando sabes que vas a morir, sufres no sólo con la carne sino con la conciencia. La empatía no hace daño, infeliz”. Y me respondió que es feliz, jodidamente feliz. Ha de ser la felicidad del anélido, semejante a la felicidad de la ofidia; la de reptancia gozosa.
Y me disculpo si creen que en medio de este luto personal, pareciera estar destilando rabietas, pero, tanto paria, tanto bestia, me descompone. Qué horrible ser mártir, también, de estos viles bastardos porque merecen, en grado superlativo, el paroxismo chavista, dígase, acceso de «pathos generalizado»; agudo y crónico. En constante devenir. Una y otra vez. Y no es desearles mal, es desearles lo justo. A todos los que pertenecen a nóminas ocultas y todos aquellos que hicieron escarnio. No es justo. Hieren mi gentilicio, mi ego, mi respeto; hieren mi identidad.
La ejecución fue una forma de axioma: quien se rebele, será ejecutado. Pero esto ya lo sabíamos. Sucede que, Óscar Perez se rindió antes del enfrentamiento e intento negociar su captura a cambio de preservar la vida de los civiles que lo acompañaban. ¿Las redes sociales nos aíslan? En parte sí, en parte no. Pero como dijo Umberto Eco, una grandísima legión de imbéciles acecha en esas llanuras. Y lamento mucho haberme topado con esa legión durante mi duelo personal. Porque hoy lloro; con redes sociales o sin ellas, ya estamos aislados. Nunca me alcanzará la existencia para maldecir lo suficiente a este maldito monstruo bicéfalo. Hoy perdí a un amigo de la libertad.
Descansa en paz, Óscar.