"Carambola una perra genial"

Hola mis queridos steemians e hispanohablantes les dejo la siguiente historia espero les guste.

Willians era el 5to hijo de mi numerosa familia los cuales éramos 9 hermanos. El recuerdo de nuestra infancia nos remonta a sus numerosas travesuras. Cuando tenía como 10 años le regalaron una perrita muy particular al que llamó “Carambola”. Desde pequeña esta tierna mascota dio muestra de jocosas habilidades que alegraban a la familia entera.
La perra era la eterna acompañante de aventuras de Willians. Había un lugar llamado “El pozón”, el cual era muy hondo. En él se citaban los zagaletones del pueblito y disfrutaban algunas tardes de piruetas, se columpiaban en un caucho y hacían concursos de clavados cuales atletas olímpicos. A veces mi hermano se tiraba de la piedra más alta del lugar y al caer gritaba pidiendo ¡auxilio!, como si se estuviera ahogando, la perra saltaba de donde estuviera y lo sacaba con su minúscula fuerza.


Otra de las aventuras que hacían juntos era que jugaban beisbol con todos, incluyéndome. Y daba risa ver como carambola corría las bases al mismo tiempo que su dueño, le faltaba la gorra para ser un fanática y créanme que su equipo favorito también era el de Leones del Caracas.


Mi papá tenía un conuco a unos cuantos kilómetros de la casa el perro acompañaba a mi hermano todos los días a llevar la vianda junto a su amo. Mi papá supo siempre cuando llegaría la comida pues la mascota se adelantaba unos 10 minutos. Un día cuando ésta iba por esa vía, avizoró una culebra muy peligrosa que asechaba en el camino y al percibirla comenzó a ladrar avisando y mi hermano que venía más atrás con machete en mano la volvió picadillo.

Cuando mi papá recogía las vainas de las caraotas y las ponía a secar al sol y luego con un palo las desenvainaba de toda las conchas se hacía una gran montaña que dejaba en el patio. Esas eran nuestras colinas y valles de los juegos. También carambola hacía túneles y salía por los extremos.

En mi pueblo a los papagayos le dicen volantín. Y mis hermanos mayores construían unos de tamaños y diseños espectaculares, pero eran tan grandes que rebasaba el tamaño de todos los hermanos pequeños. Cuando los elevábamos carambola perseguía las colas de estos hasta que se remontaban vuelo. Cuando alguno se le reventaba el hilo que las sostenía y se perdían a lo lejos, la perrita seguía el rastro y después de un tiempo se aparecía con el juguete en el hocico.

Cuando Willians cumplió doce años mi papá subió a la capital con un compadre dispuesto a comprar un carro. Iba acompañado porque no sabía manejar. Se compró un Jeep, Willi año 60 sincrónico. El compadre manejó de regreso y fue explicándole a mi papá lo de las velocidades. Al llegar a un tramo del camino se tuvo que quedar el instructor y mi papá se tuvo que traer el carro. Lo increíble de todo fue que se lo trajo de retroceso todo el camino hasta llegar a casa. Todos nos alegramos al ver la nueva adquisición familiar. Lo único era que por ser viejo sonaba mucho el motor al prender. Mis hermanos se interesaron por aprender a manejar. Mi papá enseñó a hasta Willians que te tenía solo 12 años. Desde siempre Carambola se acostumbró a dormir debajo del carro y el ruido de encendido la despertaba.

Un día cual travieso , nos invitó a dar un paseo en jeep pues ya sabía manejar, casi no se veía por lo pequeño, sacamos el jeep empujado para que papá no se despertara, después de prenderlo emprendimos el paseo hacia un cerro como a kilometro y medio de mi casa. Carambola iba también acompañándonos. Al llegar a la cima del cerro se apagó el carro, nos asustamos pero Willians pensó rápido y carambola salió corriendo a casa a buscar ayuda. Mi hermano mayor subió y ayudó a prender el jeep. Ese día a todos nos castigaron. Incluyendo a la perra.

Un septiembre de los años 80 recibimos la visita de un tío de Portuguesa. El había sembrado esa temporada y había descosechado y tenía un dinero ahorrado. Se compró una camioneta picot del año. Duró varios días en casa. El día que se propuso regresar a su casa lo hizo muy de madrugada. Encendió el carro, sacó la camioneta del garaje y adivinen que.? ¡Le pasó por encima a carambola!. Ante el deceso de la perra. Mi mamá gritó de la impresión y todos nos despertamos ante el alboroto. Willians lloró desconsoladamente y culpaba al tío de la muerte de su perra. Pero al final entendió que hay manía fatales.

Ya Willians es casi abuelo y nunca más se apegó a un perro. A veces me sonríe y me dice:
_Hay días que pienso en mi perrita; como ella ninguna.
_Sí en efecto todos recordamos sus aventuras._ Le respondí yo.

Esta historia es muy significativa para mí, pero el protagonista es mi hermano, eso ocurrió en nuestra infancia en nuestro pueblo natal Santa Cruz de Bucaral Edo. Falcón - Venezuela. Todos los dibujos son de mi autoría.

Soy Noretsy Morles@Catalinamorales. Dios les bendiga. Gracias por leerme.

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