Saludos a todas esas almas que dedicarán un pedazo de su tiempo para leer esta publicación que hoy les traigo; con este pasaje he decidido comenzar a compartir mis reflexiones, escritos, poesía y pensamientos políticos acerca de la calamidad que hoy acontece en Venezuela. La rebeldía, la dignidad, el conocimiento y la esperanza son las mejores armas para soportar y luchar contra la opresión y debemos materializar esos cuatro pilares en todos los medios y de todas las maneras posibles...
I
Con el corazón lleno de dolor por nuestro gran infortunio y lleno de vergüenza por lo que se critica a Venezuela en el exterior, me dirijo a quienes leen estas líneas, para decirles que el caso de nuestra Patria no mueve a compasión por nuestra desgracia, ni siquiera a aquellos países hermanos por la lengua, la raza y la historia, sino que se nos desprecia porque hemos dejado de ser hombres para convertirnos en esclavos, porque imbuidos en un egoísmo criminal, nos hemos dejado arrebatar la herencia de nuestros antepasados, y llenos de miedo a un tirano cobarde y ridículo, hemos corrido al exterior a exhibir nuestro gran mal: la anarquía y la ambición, dejando abandonado a la ferocidad de “las bestias”, el hogar venezolano, lleno de duelo, solitario y lloroso.
Yo he querido singularizarme en mi lucha contra la tiranía que nos oprime, es decir, nada queda para mí, y todo para mi país; siendo que al extremo de cumplir esa consigna, me ha tocado, más de una vez lanzarme junto a un puñado de compatriotas, lanzarme a la protesta, a la guerra total en busca de nuestra libertad perdida…
II
Me dirijo en estas líneas a nuestros hombres de ciencia e intelectuales que han permanecido incorruptibles, a nuestros comerciantes, criadores y agricultores, hoy arruinados por el déspota gobernante, a la juventud incontaminada que es el alma de la Nación, y a nuestros pueblo sufrido y heroico, para anunciarles y recordarles que la lucha para recuperar nuestro país, es la lucha del bien contra el mal, de la libertad contra la esclavitud, del republicanismo contra una pantomima vergonzosa de dictadura, de justicia contra el crimen, de la dignidad contra la abyección y el servilismo, de la moral contra la corrupción, y de salvar nuestros hogares de la amenaza de los bárbaros, ya que hemos perdido los intereses, y muchos la vida; y presentamos el triste espectáculo de cientos de miles de venezolanos huyendo despavoridos por nuestras fronteras, de otros miles sepultados por haberse revelado ante semejante opresión y otros tantos que yacen acallados en las prisiones del tirano.
Por todo esto se hace necesario el esfuerzo común de todos los buenos y de la contribución de todo, inclusive la vida a la obra de redención nacional que debe permanecer siempre encendida y cuyo único fin debe ser el término de la desgracia, el advenimiento del imperio de la ley y el despertar de nuestra vida republicana.
«Habrán matado al mensajero, pero no el mensaje.»