Repentina Soledad

Y... volvemos.


Volvemos a lo mismo, aunque no queramos.

Volvemos a sentir esa pequeña opresión en el pecho, que te hace sentir vacío pero que a la vez duele.

Volvemos a sentir esa soledad que se aloja en nuestra mente y se expande por nuestro cuerpo, apagando nuestras energías mientras cada luz de nuestra mente va siendo apagada.

Nos encontramos en un baile sin fin con ese tipo de música que te hace querer encerrarte en tú habitación, acostarte en la cama y abrazar tú almohada mientras suena aquella triste melodía.

Volvemos a tener esa sensación de que estamos solos, de que por mucho que puedas decir, por mucho que puedas expresar, sientes que nadie te escucha o sientes que hablando aún no logras sentirte bien.

Que estando rodeado de muchas personas, personas que te conocen desde hace años, igual, logras sentirte solo.

Es una loca sensación, un loco encierro mental, que a muchos nos cuesta salir de allí.

Quieres estar solo, no quieres que nadie te hable, que nadie te moleste. Solo quieres estar encerrado en una triste melancolía.

Y de repente, todo te duele, duele, porque quieres todo; atención, cariño, comprensión, amor, sentir que eres amado, que te escuchen y te sientan. Pero no tienes a nadie que lo haga.

Y es lo que más duele, porque te das cuenta de que estas más solo que la una.

La luz desaparece y da paso a una fría oscuridad.

Aquella que te abraza sin pasión y con un reconfortante vacío.


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