No bastaron los cientos de presos políticos, asesinados o torturados sin siquiera juicio u orden judicial. Tampoco los medios de televisión cerrados, expropiados o quebrados. Ni siquiera que funcionarios usaran pasaportes diplomáticos para exportar perico, o que la guerrilla colombiana viniera a comer arepa en territorio venezolano con dinero de Pdvsa. Por supuesto que, mucho menos, los escándalos por los miles de millones de dólares invertidos en sobornos y corrupción, cuyos destinos fueron cuentas extranjeras en países democráticos. Todo -y lo que no se menciona-, en tan sólo 20 años.
Quizás los millones de venezolanos huyendo de la hiperinflación o la crisis en salud les habrá dado una pista, pero no ha sido hasta este 10 de enero que los países del mundo han descubierto y reconocido que en Venezuela hay una dictadura. ¿Y ahora qué?
Artículo escrito originalmente para Un Mundo Triangular