Este artículo fue escrito originalmente para Caracas Chronicles
“¡No puede ser, van a volver las colas! Pero, ¿por qué? Si los productos tienen los mismos precios”, se preguntaba una tía cerca de un Centro 99 en Maracaibo días después de las polémicas medidas económicas de Nicolás Maduro, catalogadas por algunos como el Madurazo, y que incluían entre otras cosas la fijación de precios de algunos rubros de la canasta básica (que posteriormente han sido modificados) y el aumento de 35 veces el salario mínimo.
Las razones podrían ir por allí: el anuncio del valor de productos como arroz, pasta o mantequilla que, valga destacar, aparecieron como por arte de magia en estantes de supermercados, además de un bono de “transición económica” de 600 bolívares soberanos que otorgó el Gobierno nacional a través del maldito Carnet de la Patria. Varios ciudadanos consultados por Radio Fe y Alegría en algunos comercios afirmaron estar comprando con este bono. Sea como sea, efectivamente las colas volvieron a la capital del estado Zulia.
Venezuela desde hace años es reconocida por sus peloteros, sus misses y sus colas producto de la escasez y la miseria que ha dejado el Socialismo del Siglo XXI impulsado por Hugo Chávez y continuado por Maduro.
Sin embargo, al menos en Maracaibo desde hace meses estas últimas habían disminuido significativamente y sólo se podían observar en establecimientos específicos donde rara vez se expendían productos regulados. En parte, porque los estantes de pequeños y grandes comercios estaban llenos de productos importados (principalmente provenientes de Colombia y Brasil) cuyo valor se ubicaba muy por encima de los nacionales y que eran adquiridos por marabinos que ganaban más del sueldo básico o recibían dinero desde personas en el exterior.
Pero ahora están de vuelta, se pueden observar en cualquier esquina y, ante los constantes acosos de la Sundde, el tiempo por el que podrían continuar es incierto, pues aún no está claro si se sancionarán o encarcelarán a comerciantes que vendan productos importados que, por cierto, han desaparecido en estos primeros días tras el Madurazo.
Y no son las únicas: también hay en gasolineras, producto de la crisis eléctrica, y en cajeros automáticos y bancos.
Un compañero de trabajo me cuenta que pasa de 2 a 3 horas diarias en cajeros para poder obtener 10 bolívares soberanos con lo que puede pagar 10 pasajes de transporte público. No obstante, asegura que va todos los días porque se puede comprar comida más barata si es en efectivo.
El motivo del incremento de colas en las entidades bancarias (donde anteriormente sólo se acumulaban personas de la tercera edad los días de pago de pensiones) se puede atribuir a que pasaron de entregar 0,40 bolívares soberanos a 10. Ahora es más rentable, para algunos ciudadanos, hacer el sacrificio de perder tiempo de su día buscando dinero porque simplemente reciben más.
“Yo hago cola para sacar efectivo básicamente para comprar en el centro. Allá todo es más barato con efectivo”, nos dijo una señora mientras hacíamos este foto reportaje.
En el centro de la ciudad hay un mercado popular llamado Las Pulgas, en el que se puede comprar desde harina hasta aceite 50 veces más barato que en tiendas tradicionales… si se paga con billetes.
El Zulia no escapa de la escasez de dinero en efectivo que afecta a todo el país, pero por ser un estado fronterizo se ve con más frecuencia su venta que tiene como uno de sus destinos finales casas de cambio colombianas, donde se hacen negocios principalmente con venezolanos que trabajan en el país vecino para enviar lo que puedan a sus familiares. Billetes del nuevo cono monetario se ofrecen hasta por un 900 % de su valor y, desde que entró en vigencia, decenas de personas han sido detenidas por portar más de una tarjeta a la hora de retirar en cajeros.
El fantasma de las colas ha vuelto al acecho de los maracuchos, completamente indefensos ante el comunismo.