Fuente
Enamorada de mi vecino
Por Betty De la Fuente
Capítulo Uno.
Andrea deslizó la cortina de su ventana para poder observarlo mejor, la suave luz que daba la lámpara le daba un efecto de calidez al rostro de Hugo. Nunca imaginó ver a su mejor amigo de esa forma, él siempre fue Hugo, su vecino, el niño de los rizos, su compañero de juegos, de escuela y hasta de vacaciones; desde sus primeros recuerdos de infancia aparecía junto a ella, la primera vez que fueron a la playa, su primero visita al museo, la vez que se quebró un brazo y tuvo que ser hospitalizada, él fue quien le “firmó” su yeso, en todos los momentos importantes había estado Hugo, no entendía porque ahora le resultaba incómodo quedarse a solas con él. Desde que habían entrado a la preparatoria, algo cambió en su relación, no sabía qué era exactamente, pero ahora entraba en pánico cada vez que Hugo aparecía en su puerta, se le aceleraba el corazón cuando escuchaba que sus padres lo mencionaban en la plática y ni decir cuando le pedían fuera a su casa a pedir algo. Ella sabía que el sospechaba de su actitud, lo sabía por la forma en que el enarcaba las cejas cuando le esquivaba la mirada.
-¿Qué te pasa? –preguntaba Hugo.
-Nada… ¿qué? debería de pasarme algo –respondía rápidamente mientras fingía poner atención a al televisor.
-¿Te hice algo? ¿Te debo? ¿Por qué me ignoras Andrea? –Le reprochaba Hugo.
-Ya te dije que no, deja de estar molestando, si vas a estar así mejor vete.
Entonces Hugo la miraba molesto, pero no respondía, se paraba y se iba del lugar. Andrea se sentía mal y cada que esto ocurría sentía deseos de ir corriendo detrás de él, saltarle encima y gritar que no quería que se fuera, que la perdonara y que no volvería a ser grosera con él. Pero no podía hacerlo, simplemente enmudecía y sus piernas parecían abandonarla en esos momentos. Entonces se iba a su habitación, cerraba la puerta y se tiraba a la cama a llorar sin saber exactamente por qué.
Los padres de Hugo trabajaban para una compañía extranjera y debían viajar constantemente. La familia de Andrea cuidaba de él cuando ellos no estaban, no tenía una habitación asignada, por lo que dormía con ella en una colchoneta que los mismos padres de Andrea le habían comprado. Hugo era un miembro más de su familia, más que su vecino, era como un hijo para sus padres, no entendía qué era lo que le pasaba a ella.
-Andrea –preguntó Hugo aun con los ojos cerrados mientras descansaba en la cama de Andrea.
-Qué pasa –le respondió Andrea sin levantar la mirada de su computadora.
-Estudiarás la universidad aquí o te irás al extranjero.
-¿Para qué quieres saber eso?-preguntó Andrea extrañada mientras volteaba a mirarlo.
-Porque quiero saber si iremos a la misma universidad- insistió Hugo.
-Aún no lo sé, me gustaría vivir fuera un tiempo… ya sabes, la experiencia debe ser increíble- dijo Andrea mientras sonreía y tecleaba unas cuantas palabras.
-Entonces empezaré a revisar universidades fuera del país.
-¿Fuera del país?
Esa oración sorprendió a Andrea, nunca se había imaginado viviendo fuera del país. Cuando ella decía vivir lejos de casa, se refería a unas horas de distancia, la realidad era que nunca había estado separada de sus padres y pensar en vivir en otro país sin ellos le generaba ansiedad.
-Claro- dijo Hugo- tenemos buenos promedios, no creo que nos sea difícil entrar a la elijamos…
-¿Vas a estudiar arquitectura igual que yo?-le interrogó Andrea enarcando las cejas.
-Así es- respondió de golpe Hugo.
-¿Cuándo lo decidiste?
-Hace mucho que lo decidí, no entiendo por qué te enojas ¿No quieres que estudiemos juntos?
Hugo miraba a Andrea con el rostro enrojecido, parecía que Andrea había dicho algo que lo había herido.
-Puedes estudiar lo que quieras… pero una algo así no se decide de día para otro-exclamó Andrea dando un manotazo al aire.
-No lo he decidido de un día para otro- miró a Andrea a los ojos- siempre he sabido lo que quiero hacer cuando estudie la universidad.
-¿Y qué es lo que quieres hacer?-le preguntó Andrea desviando la mirada.
-Vivir contigo.
Continuara...
Espero les haya gustado, dentro de poco continuaré con la historia de Andrea y Hugo.
¡Saludos!