¡Dios es suficiente!

Una vez leí una frase que marcó mi vida para siempre: "cuando no tienes nada más que Dios te das cuenta de que Dios es suficiente". Desde entonces he podido comprobarlo a través de experiencias que he tenido la oportunidad de vivir en las que me he encontrado sola, fuera de mi zona de confort y con carencias físicas y emocionales.

En medio de estas experiencias me ha sido posible conocer a Dios como nunca antes. Por ejemplo, recuerdo que hace unos cuatro años, cuando empecé a vivir sola, llegaba a mi casa después de un largo día e inmediatamente las lágrimas comenzaban a caer sobre mi rostro; en ocasiones sentía que no podía más, pero encontraba mi fortaleza nuevamente al adorar a Dios.

Fue entonces cuando comencé a cantar. Sentía, literalmente, que mi vida dependía de eso, de cantar y adorar a Dios aunque no tuviera motivos ni fuerzas para hacerlo. Al hacer esto podía experimentar cómo Dios me abrazaba y me alentaba a seguir adelante. Quizás sonará como una locura para quienes no creen que Dios existe, pero quienes lo han vivido me entenderán y sabrán que es algo imposible de explicar con palabras.

Pero, ¿qué sucede cuando lo tienes todo?

Recientemente descubrí algo curioso, y es que la frase con la que inicié esta reflexión podría reescribirse también de esta manera: "cuando lo tienes todo te das cuenta de que Dios es suficiente". Yo no puedo afirmar que lo tengo todo, ni estoy cerca de esto, pero si comparo mi situación actual con la de hace cuatro años -que describí muy brevemente en las líneas anteriores- es evidente que me encuentro mil veces mejor.

No lo tengo todo, pero Dios me ha bendecido con una familia, un futuro esposo y amigos que le dan alegría a mi corazón. Económicamente nunca me ha faltado nada y siempre he tenido qué comer y vestir. Así que en comparación con una gran parte de la población mundial tengo muchas riquezas. Pero aun teniendo estos privilegios me he dado cuenta de que nada puede satisfacer mi corazón como lo hace Dios.

Para nadie es un secreto que nuestro corazón siempre está en busca de cosas que puedan llenarlo: placer, dinero, comida, lujos, compañía, afecto, y cosas similares. Sin embargo, el único que puede saciarlo por completo es Cristo, por la simple razón de que nacimos para estar con Él, ser sus amigos y adorarle eternamente. Este es nuestro propósito y lo único que puede traernos plenitud y vida en abundancia.

Por eso, quienes hemos conocido a Dios sabemos que todo lo demás es NADA en comparación con lo valioso que es conocerle a Él. Quienes le amamos también le deseamos y anhelamos estar en su presencia. Estar con Él es mejor que cualquier cosa, incluso que la vida. Hay una canción que quiero compartirles el día de hoy y que describe esto de una mejor manera, se llama "Te deseo", escrita e interpretada por Dan y Majo Ruíz.

Finalmente, les comparto un versículo que, al igual que esta canción, se ha convertido en uno de mis lemas durante estos últimos días:

Antes creía que esas cosas eran valiosas, pero ahora considero que no tienen ningún valor debido a lo que Cristo ha hecho. Así es, todo lo demás no vale nada cuando se le compara con el infinito valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él, he desechado todo lo demás y lo considero basura a fin de ganar a Cristo y llegar a ser uno con él.
Filipenses 3:7-9 (NTV)

Que Dios les bendiga con la mayor de las bendiciones: conocerle a Él.

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