Saludos #Steemados amigos y amigas:
A continuación les entrego la segunda y última parte de este cuento. Reciban como siempre un fuerte y fraternal abrazo de mi parte.
Aqui pueden leer la primera parte de esta historia.
"... El cambio no se hizo esperar, al día siguiente Gerardo amaneció sin una sola cana en el cabello, su rostro y el resto de su cuerpo liso y tonificado como cuando estaba en sus veinte años de edad..."
Secreto de juventud. Parte final
Por: Arturo Pérez Arteaga:.
Esta vez no había lugar a dudas para Gerardo, no se trataba de ser infiel, la fuente de su juventud estaba en el hecho de tener sexo con mujeres menores que él, de alguna manera tomaba de ellas parte de su vitalidad. Estaba totalmente convencido de eso.
El nuevo descubrimiento lo hizo meditar, pensaba en Lorena y su amor por ella. Fue ese amor el que lo llevó a confesarle a una sorprendida esposa su descubrimiento, le explicó con lujo de detalles todo el proceso de experimentación y obtuvo como resultado obvio que ésta lo abandonara de inmediato. Le pidió el divorcio con condiciones de división de bienes muy favorables para ella, a lo que Gerardo accedió sin chistar porque a pesar de sentir que aún la amaba en un ejercicio de honestidad descubrió que se amaba él mucho mas y no podía renunciar a su nuevo y magnífico descubrimiento.
No le importó a Gerardo quedar prácticamente en la calle porque en cambio había ganado algo que pensaba nadie le podía quitar, su eterna juventud y con eso todo lo demás podía ser alcanzado.
En adelante su vida giró en torno a esa condición, vivía solo, eventualmente se hacía cargo de sus hijos y cuando se sentía algo cansado o por simple vanidad se quería ver mas joven simplemente salía en la búsqueda de una conquista, debía tratarse de una mujer hermosa pero sobre todo ésta debía ser al menos un año menor que él.
Todo le funcionó tan bien que cuando ya era un sexagenario lucía como un joven de veinte años y hasta sus hijos se veían mucho mayores que él.
Para su cumpleaños número sesenta y cinco decidió salir a festejar como él bien sabía. Se fue a uno de los sitios de moda de su ciudad. Allí conoció a una hermosa jovencita que lo dejó impactado, hacía tiempo que había dejado de preguntar las edades de sus parejas de turno, era casi imposible conseguir a alguien de su edad biológica en esos sitios.
Luego de tanto insistir consiguió llevarla a la cama y en el momento de mayor excitación, cuando el encuentro carnal perfecto llegaba a su clímax, las joven le dijo entre jadeos y gritos: “¿Sabes que? Nunca me habrías creído si te decía que tengo más de ochenta años”, y la expresión de gozo de Gerardo sólo fue superada por su cara de asombro, mezclada con algo de incredulidad.
Pasaron varios días y al no saber nada de Gerardo, sus hijos preocupados decidieron ir a buscarlo a su casa. Utilizaron la llave que les dio para estrictas emergencias, entraron y lo encontraron tirado de espaldas sobre su cama, muerto y profundamente arrugado, envejecido; tanto que incluso les costó asociar el cadáver de ese anciano con su siempre juvenil y atlético padre.
Durante la investigación de lo ocurrido un vecino curioso les contó que cierta mañana, que coincidió con el día posterior a su cumpleaños, vio salir de casa de Gerardo a una niña de aproximadamente diez años de edad, vistiendo ropa de noche que le quedaba bastante holgada.