Saludos #Steemados amigos y amigas:
El cuento cuya primera parte les entrego hoy se inspira en una situación real muy triste, pero que movió algo dentro de mi loca imaginación y me llevó a escribirlo.
Dictado. Primera parte
Por: Arturo Pérez Arteaga:.
No me quiero excusar, nunca he sido persona de eso, pero si pretenden juzgarme es importante que conozcan todos los detalles que encierra mi caso.
Lo primero que debo confesar es que soy un hombre con una cultura muy limitada, lo que me hace un profundo ignorante en muchos de los aspectos de la vida. Esa ignorancia me ha llevado a hacer juicios acelerados sin pensar o internalizar sobre razones, ¿Quién iba a creer que en algún momento esos juicios se devolverían?
Recuerdo que hace algunos meses leí en la prensa que un mal nacido, les pido por favor me disculpen por la expresión, pero es que no creo que exista una más educada manera de referirme a ese ser. Bueno, les decía que ese tipo la emprendió a machetazos contra su mujer y sus tres hijos pequeños, dando muerte a los menores y dejando a la señora herida de gravedad.
No sé cuál fue la suerte de ella pero en el mejor de los casos, si pudo sobrevivir a ese horror tendrá que pasar el resto de su vida sufriendo la pérdida de sus pequeños a manos de ese monstruo.
Por esos días la noticia me impactó tanto que descompuso mi cuerpo y no me permitía hablar de otra cosa. Me dedicaba a lanzar improperios e insultos contra ese animal y la cosa empeoró cuando el periódico informó que sobre él no recaería todo el peso de la ley, sino que sería internado en un hospital psiquiátrico por sufrir de una enfermedad mental, esquizofrenia creo yo que la llamaron.
Yo no lo podía creer, esa bestia se veía muy sano y fuerte, mucho más enfermo y débil me siento yo y no era o no me creía capaz de hacer algo así.
En una de esas conversas, donde uno charla de todo un poco, recuerdo que en la sala de una clínica mientras visitaba a mi tía que había sido ingresada. Hablé nuevamente del criminal que ya debía estar disfrutando de sus vacaciones con todos los gastos pagos en un hospital de locos, mientras esos tres inocentes se vuelven cenizas en el camposanto municipal.
Volví a cargar con todas mis ganas y mi odio. De las personas que me escuchaban sólo una señora me refutó y se atrevió a defender a ese monstruo. Ella resultó ser una connotada psicóloga y con mucha paciencia, venció mi terquedad y me explicó lo grave de esa enfermedad que se le endilgaba al asesino.
La ocasión sirvió para que me instruyera de forma clara y sencilla como operan varias de las enfermedades que afectan a las personas internamente a pesar de que en el exterior no aparenten ningún mal.
Esa conversación me ayudó mucho para estrechar lazos con la doctora, en varias ocasiones la visité en su consultorio y hasta en su casa, aprovechando que teníamos varios intereses comunes.
A pesar de eso, cuando mi condición comenzó o se hizo presente, preferí quedarme sólo, para ser absolutamente sincero me daba vergüenza hablar de eso con cualquier persona.
Continuará...