En una presentación realizada en Maranello, con Marc Gené como presentador y maestro de ceremonias, se ha presentado el nuevo Ferrari SF71H, el coche con el que aspiran a batir a Mercedes y conseguir un campeonato que se resiste desde 2007.
El monoplaza abunda en el original concepto del año pasado, peso llevándolo a un extremo verdaderamente agresivo. Incorpora un inmenso direccionador de flujo, ahora dividido en tres partes y más grande, delante de la entrada de los pontones, que enlaza con el deflector lateral. Los canales desde el suelo hasta arriba son innumerables.
La zona media aparece incluso más recargada que su antecesor y se aprecia un buen trabajo a al hora de compactar la zona del motor y la caja de cambios, con en fin de mejorar la aerodinámica. No llega a los niveles de Red Bull o Mercedes, pero es un gran paso adelante.
Especial atención merece la zona del Halo, que se ha pintado de negro por dentro y en el color de la carrocería por fuera. Se le ha incluido un pequeño flap aerodinámico.
Y como gran novedad, un espejo retrovisor que incluye un conducto interior con una clara intención aerodinámica, algo que no había sucedido antes en F1, al menos de esta manera.
El cono del morro se ha minimizado en un trabajo exhaustivo en una zona en la que llevaban años de retraso respecto a Mercedes. Es muy corto y plano, aunque sigue siendo bastante ancho. Los pilares del ala delanteracopian las branquias de McLaren de la pasada campaña.
En general, aunque su aspecto no sea muy ortodoxo y recuerde a la "bestia" de la que hablaba el presidente Marchionne este invierno, Ferrari demostró en 2017 que su túnel del viento vuelve a ser muy efectivo y que son un sólido aspirante a romper la racha de cuatro años consecutivos de Mercedes.
Si consiguen aumentar la potencia del motor y arreglar los problemas de fiabilidad, parece una apuesta estrema y posiblemente ganadora.