Ela extraña a su mamá todos los días.
No, no está muerta, solo está lejos junto con su hermana. No es cruzando el océano, tampoco atravesando un par de países; está justo en el país vecino, pero siente como si estuviese a mil mares de distancia.
¿Por qué no están juntas? Te lo preguntarás. Solo déjame retroceder un poco la historia.
En agosto de 2015, cuando las tres decidieron irse de viaje para visitar a unos familiares. Su papá se quedó por su trabajo y ellas sin perder tiempo, cruzaron esa frontera a paso fuerte, tenían una semana para estar.
Una prima le insistía a la madre que se regresara a su tierra, las cosas no se veían bien desde afuera; ella lo pensó, pero su vida estaba hecha en otro lugar. ¿Qué le quedaba allí? Familiares que hace años no veía y un pedazo de herencia que se le fue arrebatado.
Con palabras y promesas al aire, se despidieron, pero cercas de lado a lado con alambres de pua fue lo que encontraron. El destino siendo cruel y tramposo, los separó de su hogar, porque toda la frontera estaba cerrada.
¿Y echar marcha atrás? De pronto se veían sin techo, sin dirección y la única ayuda era de una familia sin intenciones que la esperaba.
Entre silencio y desesperación, los días pasaban.
La madre no podía regresar, su nacionalidad era el impedimento. Por más que fuera legal en el otro lugar, la amenazaron si ella intentaba cruzar al otro lado.
Todas las noches lloraban en silencio, las tres en una cama se abrazaban. Ellas eran su ancla.
Por más que intentaran trabajar, eran muchos gastos que cubrir y la familia ya le empezaba a incomodar. Tres días más y te volteaban la cara. La madre llama desesperada a su esposo, diciendo que una solución tenían que encontrar. Si él buscaba a la hija mayor, para que terminara de estudiar; que ella se queda con la menor, mientras intentan solucionar.
Así la travesía comenzó. Entrar por los caminos verdes -trochas- fue la únicaopción, aquel hombre guerrero luchó y luego de dos días lo logró. Los abrazos de sus amadas fueron la mejor satisfacción.
Los dedos de Ela temblaban, su cuerpo frío y entumecido, no entendía cómo sería todo a partir de ahora. ¿Vería de nuevo a su mamá y su hermana? Lágrimas brotaron de sus castaños ojos, pero debía ser valiente.
¿Por qué le daría miedo volver a casa? Porque la mitad de su hogar no venía con ella.
—Cuida mucho a mamá, por favor. —Ela le susurró a su hermana cuando se despidió.
—Y tu cuida a papá, ¿si? —Le respondió la menor de las jóvenes, entre un fuerte abrazo. Ela asintió.
Aunque ambos dejaban la mitad de su corazón al cruzar el río, como si fuesen fugitivos, corriendo para poder llegar a su tierra; en silencio prometieron ser fuertes y grandes, decidieron que esta prueba no rompería su familia... y lo lograron.
Ela y su papá regresaron a casa a luchar en un país que se caía a pedazos. La madre y la hermana menor se quedaron a forjar un destino para todos en tierras nuevas, juntos y a la vez lejos.
Ela visita a su madre dos veces al año, su madre la viene a ver solo una vez. El padre de Ela viaja cada momento que puede, la menor de las hermanas solo lo puede hacer una vez.
La familia de Ela sigue tras la frontera, pero sus corazones se mantienen juntos, porque el amor no sabe contar los kilómetros que los separan. Se aman y se pelean, como si compartieran aquella casa como lo fue antes de la separación, aunque su realidad tristemente no sea así.
Hola, yo soy Ela.
Gracias por leerme, espero les guste, me gustaría saber sus comentarios. ♥
Gracias @mosqueteros por ser mi familia y ayudarme a crecer. También a @cervantes por el espacio que crearon para la comunidad hispana.
Nos leemos pronto. Cheers!