Las apariencias engañan. Anécdota de un mentiroso.

La verdad es que muchas personas prefieren que les mientan. Las personas no quieren la verdad, prefiere sentir la ilusión o el desengaño porque entretienen más. Podemos mentir, pero debemos saber hacerlo, sin dejar marcas ni huellas.

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Les voy a contar la historia de cómo Marcos llegó a tener dinero y ser respetado sin tener que trabajar tanto, sin horas extras, sin horario nocturno y sin tener que esforzarse por cada céntimo.

La vida le parecía aburrida, poco emocionante. Su juego siempre ha sido aprovecharse de eso, de que la gente siempre le va a creer más a quien prometa más, a quien mienta más y mejor.

Todos hemos estado inmersos en eso, por esas son las estrategias de algunos. Eso lo saben muy bien los políticos, que prometen un sinfín de cosas, beneficios y oportunidades con tal de llegar al poder. Lo saben también la gente de marketing, y lo usan a su favor. Lo saben también los columnistas de prensa y los adictos de internet y de los medios, en este último, las personas caen cada vez más, el internet y los medios a pesar de favorecer también se presta para que las personas sean víctimas de mentiras y engaños.

No estoy revelando nada del otro mundo, ni haciendo daño a nadie. Con la mentira muchos nos hacemos más cómoda la vida ¿o no?. El problema con mentir es que hay que hacerlo bien, hacerlo creíble, estudiar a las personas de las que podemos aprovecharnos e ignorar a las que no están dispuestas a creer, debemos de hacer de la mentira algo natural, propio de nosotros mismos. Para llegar a ser exitoso se necesita estar bien concentrado, hacer un buen plan, pensar en todos los factores y luego ejecutarlo, a las peronas no les gusta hacer nada de eso, o mas bien, a la mayoría no le gusta.

Marcos era un padre de familia y como única revelación diré que está casado y que tiene dos hijos pequeños.

Cuando era adolescente descubrió que se podía engañar fácilmente a sus compañeros del colegio, hermanos y hasta amigos del jardín. Un día compro esencia de caramelo, la diluyo un poco, le puso un poco de alcohol y mojo algunas hojas de papel bond. Cortó las hojas en cuadritos y los vendió como droga. Fue divertido, hizo algo de dinero y los que masticaban el papel sentían efectos sedantes, ¡como si fuera una verdadera droga!

La noticia de que el vendía droga en papelitos corrió muy rápido y en menos de una semana ya tenía clientes de otros colegios. Los clientes le enviaban mensajes por medio de otros alumnos solicitando papel y él se los vendía a la salida del colegio.

Hizo buen dinero mientras duró, porque pronto lo delataron con el director y lo expulsaron. Obviamente no pudieron demostrar que vendía droga, porque no la vendía. No pasó a más. Recibió por supuesto una buena regañada de sus papás, pero al poco tiempo se les olvidó. A su papá le hizo gracia que él tuviera esos alcances. A su mamá no tanto.

En el siguiente colegio ya no hizo lo mismo. Comenzó a vender baratijas a precios caros, y funcionó bien. Ahí aprendió la gracia de mentir y de seguir siendo respetable y hasta admirado. Lo que se vende no es el producto, es tu ingenio, tu planificación de hacer de la nada todo lo posible y vivir de ellos. La vida de todo el mundo es aburrida, así que hay que venderle todo lo que les cree algún tipo de ilusión y adrenalina a su vida.

Cuando terminó el bachillerato y llegó a la universidad no estaba dispuesto a estudiar. Quemarse las pestañas durante largas noches para terminar como un funcionario o un empleado más no era su ideal. En la universidad hizo su primer negocio vendiendo los exámenes a los alumnos. Pero solo a los que estaban dispuestos siempre a pagar mas. Debía hacerse amigo de los conserjes, de algunos auxiliares y de algunos catedráticos.

Lo que hacía era muy mal visto, pero siendo un poco social y de intercambio de favores la cosa era relativamente fácil. La gente se sorprendería al saber cuántos alumnos cum laude se han beneficiado de conocer los exámenes con anticipación. No todos los exámenes, no todos los cursos, no todos los alumnos, pero digamos que no es tan difícil ser alumno destacado si eres medianamente inteligente y si tienes dinero o contactos.

Después de un año se aburrió de la universidad.

Pensaba “La universidad no es más que un montón de gente que quiere cambiar de nivel económico y se tragó la idea de que estudiando lo va a lograr. Como algunos lo logran parece que es así, pero no. El sistema es el capitalismo, así que manda quien tenga dinero, no importa de dónde venga, importa que tenga, y mucho.”

Cuando cumplió veinte, se fue a México, compró una identificación falsa, se hizo de una sociedad anónima y contrató gente. Como era muy joven puso como gerente a un ejecutivo venido a menos con apariencia respetable. El esquema era fácil, inversiones con grandes retornos hacen caer a la gente ambiciosa.

Decía: “la primera regla de la estafa es que no se puede estafar a la gente honrada. La gente honrada sabe que cuando algo es muy bueno para ser cierto, es muy bueno para ser cierto. No hay cuentos de hadas en este mundo ni nadie es mago.”

Enviaba el dinero a Venezuela puntualmente, y un día, cuando ya los primeros inversores comenzaron a sospechar, se vino de regreso a Venezuela con una buena cantidad de dinero. A varios de sus ex empleados los arrestaron, pero bueno, son los daños colaterales inevitables. Se la pasó de vacaciones dos meses enteros en buenos hoteles y con buena compañía. El dinero o la apariencia de dinero funcionan muy bien.

Al terminar sus vacaciones montó un restaurante caro e hizo contactos para lavar algo de dinero, no mucho, para ayudar a la causa de los banqueros. Se asoció con gente respetable así que en ningún momento estuvo en peligro. No se puede dejar que la ambición desmedida te pierda, hay que conservar ciertos niveles para no arruinar el negocio a largo plazo.

Cuando tuvo su restaurante compro un título universitario de abogado. Sólo hay que saber leer las leyes que afectan tus actividades y ya está, ser abogado es más cuestión de saber cómo funciona el sistema o de saber quién sabe cómo funciona el sistema. No es la gran cosa. Es como ser escritor, sólo hay que inventarse un montón de palabras que digan cosas más o menos lógicas. Es más difícil hacerse pasar por médico o ingeniero, aunque todo es posible si hay dinero.

Durante varios años el negocio del restaurante fue bastante bien como negocio y el extra del lavado de dinero más que bien. Pero entonces comenzaron a perseguir a algunos de la red de la que el formaba parte. Él ya estaba preparado, así que vendió a buen precio el restaurante, puso algunas cuentas a nombre de su mamá y se fue a Panamá mientras bajaba la marea. La paso muy bien en Panamá. Regreso después de dos años y medio.

A pesar de darse sus lujos siempre ha tratado de mantener una apariencia de clase media y de hombre trabajador.
Pero, el gran error de los nuevos ricos es querer ser aceptado en los círculos exclusivos de las familias ricas y poderosas y ahí no hay cabida para los advenedizos y peor aún para los desesperados por atención.

A él no le interesaba la fama ni el reconocimiento social, el sabia que tenía y que sabe más que muchos por ahí, pero no necesita que se le den premios por eso. Por eso ni siquiera tiene redes sociales.
Si alguien por ahí buscara en Google su nombre no encontrará más que dos notas de prensa, ya algo antiguas, en donde está en las páginas sociales como un invitado a una inauguración de un negocio. Después de esas publicaciones aumentó sus precauciones para no salir fotografiado con nadie. Una buena táctica es ser el fotógrafo y no caer en eso de tomarse selfies en grupo.

Después de su regreso de Panamá se aseguró de no estar en la lista de los perseguidos, y efectivamente, no estaba. Puso un par de tiendas de accesorios de celulares y de ropa para mantenerse entretenido y seguir ganando dinero y un poco de respeto en los círculos en donde se le conocía.

Pero no era suficiente, así que regresó al lavado de dinero y algunos otros negocios no tan lícitos, pero siempre con gente respetable, y sólo en ciertos círculos. Si lo miran por la calle ya no suele ostentar, no tiene carro del año y su casa por fuera no es atractiva. Lo que importa es lo de adentro.

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