¡Hola de nuevo, Steemians! Espero que estén pasando un buen día.
Paso por aquí para hablarles de un libro que leí durante los últimos dos días: El niño con el pijama de rayas, escrito por John Boyne.
La verdad es que siempre he tenido ganas de leer este libro, más o menos desde que tenía 14 años que fue cuando vi la película alusiva.
John Boyne nos cuenta la historia de Bruno, un niño de nueve años que vive una vida muy feliz en Berlín. Karl, Daniel y Martín son sus tres mejores amigos para toda la vida. Él vive junto a sus padres y su hermana Gretel en una enorme casa de cinco pisos. A través de su inocencia no entiende muy bien el trabajo de su padre pero todos le dicen siempre que debe estar orgulloso de él. Todo para Bruno es perfecto desde su punto de vista, pero se toma muy mal la noticia de que tendría que mudarse con su familia desde Berlín hasta Auschwitz cuando su padre, un oficial nazi, recibe el encargo del mismísimo Hitler de supervisar el campo de exterminio situado en esta región polaca. Ajeno a la tragedia que se vive a pocos kilómetros de su nueva casa, Bruno intenta adaptarse a estos cambios, pero un día descubre que desde la ventana de su habitación se divisa a varias personas tras una alambrada, todas con la misma vestimenta: un pijama de rayas. Movido por la curiosidad y el afán de aventuras, el niño se acerca un día al campo de exterminio y conoce a Shmuel, un niño judío de su edad con el que empieza a entablar conversaciones a través de la alambrada.
Shmuel le narra a Bruno todas las penurias por las que pasa dentro del campo, aunque Bruno no llega a entender completamente su situación. A pesar de este choque, los dos niños aprenden a apoyarse el uno en el otro y forjan una amistad que permanecerá sólida hasta el final del libro.
Algo que me enterneció y me conmovió fue que, como lo dice el título de este artículo, el libro básicamente cuenta cómo era la vida durante la Segunda Guerra Mundial desde el punto de vista de un niño, más precisamente la visión inocente que éste tenía acerca de los campos de concentración. Y por eso es que a pesar de que el libro esté escrito en un lenguaje tan sencillo, es un libro muy duro... uno de los más duros que he leído, porque mientras el lector sabe perfectamente lo que está ocurriendo, Bruno no lo hace porque es aun es un niño, y asiste a la crueldad y a todas las injusticias que caracterizaron el holocausto judío.
¿Dónde estaba exactamente la diferencia?, se preguntó Bruno. ¿Y quién decidía quiénes llevaban el pijama de rayas y quiénes llevaban el uniforme?
Entre estos niños se presenta un choque cultural, ya que ambos están viviendo la misma situación pero desde perspectivas muy diferentes. Me resultó desgarrador ver cómo sucedía esta amistad entre Bruno y Shmuel ya que ninguno de los dos entiende exactamente por qué ocurren estas cosas tan horribles, pues lo único que quieren es jugar y divertirse juntos, como cualquier niño de 9 años querría.
Les advierto, queridos lectores, que este es un libro que puede llegar a tocar sus emociones, a pesar de lo cortito y ligero que es, en términos de escritura (sólo tiene 217 páginas, así que se lee en día o dos). Siempre me he sensibilizado mucho con estos acontecimientos del holocausto, no porque sea un tema de admiración sino porque fueron algunos de los acontecimientos más terribles que se han visto en este mundo.
No puedo sino recomendar El niño con el pijama de rayas a mis queridos lectores a partir de los 13 años de edad, por su aparente simplicidad a la hora de contar una historia tan desgarradora, y que da mucho que pensar. Seguramente será un libro que obligue a mis hijos a leer cuando cumplan los trece años.
Este es otro de los libros que se lleva la puntuación máxima.