A veces a lo largo de nuestras vidas se nos presentan obstáculos y oportunidades. En ocasiones vemos los obstáculos como un impedimento o algo negativo y adverso, en otras palabras “un problema” y esto es sólo un punto de vista, pues si bien es cierto que representa una variable de “impedimento” también es cierto que esa variable al ser superada nos permite crecer, y aquí es cuando podemos considerarla como una oportunidad de crecimiento personal.
En este punto, es menester mencionar el refrán:
“Lo que no te mata, te hace más fuerte”.
Este antiguo lema trae consigo mucha verdad y apoya el punto al que quiero llegar:
Un obstáculo, problema o dificultad al superarse te hace más fuerte, es decir, te hace crecer, y con esta “evolución” o “invención” de nosotros mismos podemos llegar a hacer cosas grandiosas y alcanzar metas que anteriormente nos parecían muy lejanas o imposibles. Esto se debe en parte a nuestra nueva fortaleza y por otro lado al sentimiento de motivación que nos impulsa a conseguir un reto mayor.
Sin embargo, llegar a esta forma de pensamiento no siempre es fácil, ya que, en primera instancia pareciera ser muy “optimista” y es aquí donde nuestros miedos o inseguridades también nos limitan y se vuelven un obstáculo.
Tenemos que reconocer entonces, que podemos toparnos con obstáculos externos e internos:
- Los internos: son aquellos que dependen únicamente de nosotros, pues son limitaciones físicas, psicológicas o biológicas de nuestro ser que nos impide o dificulta realizar ciertas acciones. Como por ejemplo cuando nos invitan a participar en un evento recreativo como facilitador y pensamos “no podré ser un buen facilitador porque me falta experiencia…”
- Los externos: son aquellos que no dependen de nosotros, es decir, son limitaciones o dificultados del entorno en el que nos desarrollamos. Como por ejemplo cuando vamos manejando por una autopista y se nos apaga el motor del carro.
En general, los obstáculos internos son los más difíciles de superar pues implican una reestructuración cognitiva y emocional de nuestra apreciación personal (autoconfianza, motivación, estima, entre otros). Y es aquí donde sugiero realizar un ejercicio de comparación e introspección:
Escribimos en una hoja todos aquellos aspectos positivos o habilidades que poseemos Vs aquellos aspectos negativos y defectos que creemos poseer. Luego de ello, teniendo frente a nosotros esta lista comparativa, realizamos la introspección (análisis del sí mismo) y validamos o descartamos diversos aspectos en base a hechos o vivencias suficientemente fuertes. Si hacemos esto veremos que en lo que pensamos que son “defectos” no hemos intentado resolverlo de distintas formas sino de una o dos formas… inclusive puede que ni siquiera nos hayamos percatado de que podemos mejorar dicho impedimento de otra manera. O puede que ya sepamos muy bien que es una debilidad importante que nos limita pero por frustración no hemos pensado seriamente cómo resolverla.
Aquí quiero resaltar que para generar una evolución debemos querer superar estos obstáculos internos, es decir, debemos tener la disposición de generar dicho cambio y ser constantes con paciencia, persistencia y convicción pues no hay nada más poderoso que nuestro ímpetu y el tomar la decisión de cambiar que a la larga constituye la autogestión del crecimiento personal.
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