Cuenta The Sun que en Rusia un hombre murió tras participar durante 12 horas en una maratón de sexo en la que usó Viagra para mantenerse activo.
Sergey Tuganov, un mecánico de 28 años, acepto el reto que le plantearon dos amigas: pasar con ellas 12 horas sin parar en la cama. El premio que le correspondía si lograba dicha hazaña sexual era de unos 4.300 dolares.
Tuganov se aprovisionó de una buena cantidad de pastillas de Viagra y aguantó las 12 horas. Pero mientras celebraba la proeza, su corazón falló y murió de un ataque cardíaco. Cuando llegaron los servicios de emergencia no pudieron hacer nada, salvo certificar su muerte.
En la misma senda anda el caso de un varón de 34 años que ingreso en el Centro Medico Cornell de Nueva York con un caso de priapismo: condición en la que el pene erecto no retorna a su estado flácido por un tiempo prolongado (esa erección sucede en ausencia de estimulación física y psicológica). El priapismo, ademas de ser doloroso, impide la micción normal.
Este hombre se había inyectado una solución de cocaína en la uretra para mantener una erección prolongada en la cama. Al tercer día de andar empalmado, acudió al hospital. Al tercer día de estar ingresado, su pene volvió al estado de flaccidez. En las 12 horas siguientes, la sangre coagulada se extendió por los tejidos de sus pies, manos, genitales, espalda y pecho. Fue trasladado a la unidad de quemados del hospital. Para detener la gangrena, los médicos se vieron obligados a amputarle las piernas por encima de la rodilla junto con todos los dedos de las manos excepto uno. El pene se le cayo por sí solo.
Lo normal hasta entonces había sido aplicar, con frotamientos, polvo de cocaína sobre la piel de los órganos genitales, tanto en hombres como en mujeres, con el fin de aumentar el placer y potencia sexual. Por la ocurrencia de inyectársela el protagonista de nuestra historia fue nominado en 1988 para los premios Darwin a la estupidez humana.
De excesos también saben bastante los chicos de Masturbate-A-Thon, que han organizado varias competiciones de aguante masturbatorio en el Centro de Sexo y Cultura de la ciudad de San Francisco, EEUU. El récord de pajillerismo esta en manos del japones Masanobu Sato, que en el año 2008 permaneció durante 8 horas y 40 minutos autocomplaciendose con una vagina en lata de la marca Tenga.
El record femenino lo ostenta la escritora Norine Dworkin, que en el año 2004 paso 6 horas y 30 minutos dándole de comer a su conejo.