Sobre la cultura de la publicación académica y el estudiante universitario

La difusión de los resultados de investigación, mediante la elaboración de artículos académicos para journals especializados, es prioridad en cualquier disciplina científica y humanística, tanto en el nivel de la práctica profesional (universidades, centros científicos y empresas de investigación) como en el de la educación superior de posgrado.

En las escuelas de posgrado, a los estudiantes (1) se les educa en sus campos de estudio conminándoles a cursar cierto número de materias del programa, (2) se les entrena para investigar algún aspecto específico de su área de conocimiento, (3) se les impulsa para que aprendan por sí mismos a componer ensayos, trabajos de fin de curso, a llevar diarios de investigación, a redactar ponencias, a preparar sus tesis y a escribir artículos de investigación, y, (4) por último, se les empuja a publicar, etapa en la que descubren que no saben absolutamente nada de nada sobre este tema.

Hasta el punto (3) todo fue más o menos bien, luego se toparon con el punto (4), el de la publicación. Cuando ya escribieron su investigación vino la duda, ¿qué hacer con el artículo? Se les dice que tendrán que publicarlo. Sin embargo, el qué hacer, cómo hacer, cuándo hacerlo y a dónde ir para publicar, es asignatura aparte de la educación formal que no se les enseñó en el programa.

Los artículos de los estudiantes de posgrado, digestos que normalmente surgen de las tesis, artículos cortos que se les exigen como un nuevo requisito para la titulación, suelen destinarse a alguna revista científica o académica para su publicación. Por el hecho de que los jóvenes tienen un texto redactado y el aval del asesor, y sin tener antecedentes de lo que es la publicación, les surge la idea de que publicar es simple y que es un paso natural que no ofrece contratiempos. Pero no es así de elemental, en ningún campo del saber, ni en la ciencia ni en la literatura ni en la filosofía.

Conozco numerosos casos donde los jóvenes están en la creencia de que, por el hecho de enviar sus trabajos a la revista sugerida o seleccionada por el asesor, esa revista estará recibiendo el honorable e ineludible compromiso de publicarles sus artículos. Pero eso no es todo, en el correo enviado al editor le anuncian tajantemente: “aquí le mando mi artículo, quiero que se publique en su revista”, y sin más explicaciones le anexan un archivo Word con su texto. Para colmo, algunos ni siquiera firman con su nombre el mensaje y cierran su nota con frases del tipo: “quedo al pendiente” o un “¿para cuándo me lo va a publicar?” o “necesito que se publique antes de X fecha para titularme”.

Y como se trata de mensajes electrónicos, mandan copias a tantas personas como se les ocurre, lo que semeja un acto de coacción contra el editor y la revista.

Como se está haciendo costumbre que a los universitarios se les exija la publicación de un artículo para tener derecho a su examen de grado (no solamente a los de posgrado, ahora también a los de pregrado), la mayoría pisa el terreno desconocido de la escritura y la publicación académica.

Ignoran el esfuerzo que tras bastidores lleva a cabo una revista científica o académica, que hay procedimientos protocolares para la carta de presentación y para el envío del artículo (que yo llamo “modales”), que existe todo un proceso apegado a reglas generales y a normas particulares, que los tiempos de evaluación y dictamen de los artículos varían entre una y otra revista (algunas duran meses y otras años), que cada revista maneja estilos según su especialidad, que muchas cobran por publicar, etc. Pero ante todo, está la calidad del artículo, la originalidad y oportunidad del tema, la procedencia institucional y geográfica, entre otras varias cosas que juegan un papel importante en la publicación.

Aprender a publicar en la universidad, aunque formalmente en ese medio no se les enseñe cómo hacerlo, porque es más una habilidad que se adquiere mediante ensayo-error que estudiando una materia con un libro de texto, pues realmente se trata de un autoaprendizaje (que para los que se dediquen a la academia servirá para toda la vida, y para los que se dediquen a la praxis pública o privada únicamente les servirá para titularse), consiste en la adquisición de una “cultura de la publicación académica”. Así que, grosso modo, de acuerdo al perfil de producción individual o de equipo, a las metas, y al impacto que se quiera obtener con esa producción, será la necesidad de incursionar y aprender del mundo de la publicación.

Victoriano Garza Almanza
Frontera MEXUS

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