Proconocimiento Revista/Edición #3

REVISTA

EDICIÓN # 3

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En nuestra revista en su edición # 3, Proconocimiento ha querido hacer un paréntesis recreacional que permita hacer esparcimiento a la comunidad de habla hispana, sobre todo al pueblo venezolano, el cual, como es sabido por todos está pasando por situaciones sociales, económicas y políticas muy duras.


En base a ello, Proconocimiento desde #humanidades dedica esta edición al tema del Carnaval.

Carnestolendas de la historia de lo tradicional a lo mediático


El carnaval es la fiesta de la permisividad. En diferentes países del mundo, la fiesta del carnaval se presenta como una celebración en donde los participantes visten disfraces y máscaras, aunado a la usanza de grupos y comparsas que desfilan por las calles en vistosas carrozas, en medio de bailes, música y jolgorio general.

Bacanales, saturnales y lupercales, eran las fiestas paganas, que en su origen más remoto lo encontramos en Grecia como antecedentes del carnaval. Algunos investigadores van más atrás, en Babilonia, Sumeria y Egipto hace más de 5000 años o incluso en la Prehistoria, como lo atestiguan o sugieren la presencia de máscaras ceremoniales, haciendo énfasis en que desde la antigüedad la fiesta del carnaval estaría vinculada ciertos ritos para propiciar la fertilidad y la agricultura.

En todo caso, se acepta que el carnaval, tal como lo conocemos actualmente, con las lógicas transformaciones de los tiempos, tiene un origen medieval y romano, desde el momento en que las fiestas paganas fueron incorporadas al cristianismo. El nacimiento del carnaval proviene, de acuerdo con los estudios realizados al efecto, de las fiestas paganas en honor al fauno Luperco. En dichas celebraciones se sacrificaba a un macho cabrío, en recuerdo de la loba Luperca, de quien se decía había amamantado a Rómulo y Remo, fundadores de la ciudad de Roma. Luego del sacrificio, los oficiantes, provistos de máscaras, iban corriendo desnudos por las calles, azotando con tiras de cuero del animal sacrificado a las mujeres, quienes se prestaban a recibir la azotaina y esperaban ansiosas a los “lupercos”, por considerar que propiciaba la fertilidad. De esta festividad romana se dice que el papa Gelasio I (492-496) sustituyó la fiesta pagana de las lupercalias por una cristiana, aunque hay dudas al respecto (inillotemporeblog.blogspot.com).

Para la autora Mercedes López-Cuervo las razones del papa Gelasio I indican el paso de las lupercales al cristianismo, cuando advierte que la participación en ellas se penaba con la excomunión por ser un culto pagano contrario al cristianismo. Argumentaba que esos antiguos cantos en honor al fauno Luperco se habían transformado en espectáculos de obscenidad y vergüenza, por lo que fueron sustituidas por la fiesta de la Purificación de la Virgen María (López, Mercedes, 1995).

Sin embargo, tales medidas y otras más no lograron extinguir tales fiestas de carnaval. En vista de ello, curas jesuitas establecieron el rito litúrgico de las 40 horas, oficiadas antes del Miércoles de Ceniza, cuando los cristianos se congregaban para rezar durante 40 horas ante Jesús Sacramentado (López, M. op. cit). En cuanto al origen del nombre del carnaval, se considera como posible que, tanto en Grecia como en el Imperio Romano, en los países teutones y la sociedad celta, desde el siglo VI a.C. hasta los últimos años de Roma, se acostumbraba a desplazar por la vía pública un barco con ruedas, denominado carrus navalis, derivando tal adminículo en carnaval. Se escenificaban en él danzas satíricas de carácter obsceno y libertino (Aguirre Sorondo, 2019).

TRES CATEGORIZACIONES DEL CARNAVAL


Visto esto, el pase de la tradición del carnaval llega a América por medio de los conquistadores españoles durante todo el proceso de colonización y trasplante de las instituciones, entre ellas la iglesia. De manera que el carnaval en la América hispana se convierte en una expresión cultural que en su esencia ha sufrido cambios en lo social y lo sincrético, dado que en su expansión se van incluyendo aquellos elementos de raíces europeas cristianas provenientes del mundo medieval, lo autóctono americano, lo ancestral indígena y los de origen africano.

Como festividad previa a la Cuaresma, el carnaval se opone a esta en cuanto a la observación de la abstinencia y las funciones de las personas dentro de la sociedad. En la adopción de máscaras y vestimentas estrafalarias se trastoca lo moral en el exceso, en la “transgresión autorizada”, como diría Umberto Eco (Pantano, Marcelo, 2017).

El estudio de las formas de expresión cultural de la celebración del carnaval en las distintas regiones latinoamericanas por parte de diversos grupos sociales, ha llevado a categorizar tres rasgos que caracterizan a cada una de ellas. Gutiérrez (2011), precisa, en este caso, el carnaval urbano (Buenos Aires, Argentina), el mediático (Río de Janeiro, Brasil) y el autóctono (Oruro, Bolivia). Dentro de estas tres concepciones categorizadoras, enmarcadas dentro de la sociedad actual, globalizada y multicultural, se puede definir el carnaval como fiesta popular desde que el cristianismo adaptó las ceremonias paganas de la antigüedad por el carnaval actual trasplantado a nuestra América.

EL CARNAVAL URBANO
El Carnaval Urbano lo define Gutiérrez (op. cit), como aquel referido a las ciudades superpobladas, producto de migrantes procedentes de las zonas rurales o extraurbanas. El caso de la ciudad de Buenos Aires -como muchas otras ciudades de la misma condición- la fiesta carnavalesca ya ha perdido su esencia frente al individualismo, con valores indefinidos en cuanto a conductas y referentes históricos.

EL CARNAVAL MEDIÁTICO
En el Carnaval Mediático, los medios de comunicación, en alusión a la industria del entretenimiento y el lenguaje mercantilista, convierten el carnaval en un producto masivo de consumo o massmediático. Como producto mercantil, el carnaval se publicita y se comercia a partir de los elementos visuales de los componentes propios de la celebración. El vestuario, las máscaras y los temas presentados cada año por las comparsas y las Escuelas de Samba en el Sambódromo de Río de Janeiro en Brasil, representa el máximo exponente del carnaval mediático, asociado, desde luego, a los grandes capitales que manejan intereses televisivos y publicitarios a nivel mundial.

EL CARNAVAL AUTÓCTONO
Luego tenemos la categoría del Carnaval Autóctono, formado a partir de componentes originarios de la cultura popular, de raíz ancestral, tradicional y regional. Aquí cuentan aquellos aspectos comunitarios, simbólicos, ritualísticos, mitológicos y lingüísticos de cada país -y aun dentro de las diferencias existentes en cada territorio o provincia- y que conservan las costumbres populares propias del sincretismo cultural que sobrevivieron y coexisten con las viejas deidades indígenas autóctonas y africanas negroides a través de los esclavos y los nuevos preceptos cristianos impartidos a partir de la conquista y colonización por parte del mundo europeo. El carnaval de Oruro, en Bolivia, sobresale como uno de los representantes del Carnaval Autóctono de origen andino, así como muchas otras de las celebraciones de las ciudades y pueblos de Latinoamérica con poblaciones y culturas de cariz indígena fundamentalmente.

Oruro, al oeste de Bolivia y a una altitud de 3.700 m. era un importante centro de ceremonias precolombino antes de convertirse en un importante centro minero en los siglos XIX y XX. Era un lugar sagrado para los pueblos que llegaban desde diversos lugares para cumplir con ceremonias, ritos y grandes fiestas a sus dioses. Desde el siglo XVII los españoles prohibieron esas manifestaciones, pero desde una fachada cristiana las deidades andinas se enmascaraban tras las imágenes cristianos, convirtiéndolas así en santos. La principal fiesta de Ito fue transformada en ritual cristiano: la Candelaria, celebrada el 2 de febrero y la tradicional “lama lama” o “diablada” se convirtió en el baile principal de Oruro.

De acuerdo con la UNESCO, el carnaval de Oruro, desde 2001 figura en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad como festividad, que ha conservado las tradiciones y características ancestrales de la cultura del altiplano andino (UNESCO, 2019).

Esta es, en líneas generales, la caracterización y conceptualización de la fiesta del carnaval que, como vimos, en Latinoamérica adopta componentes propios de cada país que, con sus diferencias particulares, representa la única época del año en que socialmente se admite la permisividad y la fiesta callejera. Hoy, las carnestolendas son conocidas en todo el mundo y su participación en las grandes y pequeñas ciudades y pueblos forman parte de la cultura del acontecimiento sociológico, mediático, costumbrista y comercial del mundo actual.

REFERENCIAS


Aguirre Sorondo, Antxon (2008). Origen del Carnaval. [Documento en línea]. Disponible: http://www.euskonews.eus/0425zbk/gaia42501es.html (Consulta: 15-03-19)

López, Mercedes (1995). Una carta del Papa Gelasio (492-496). Gazeta de Antropología. N.º 11. www.ugr.es [Documento en línea]. Disponible: http://inillotemporeblog.blogspot.com/2013/02/las-lupercales-el-origen-de-san.htm (Consulta: 16-03-19)
Pantano, Marcelo (2017) El Carnaval como tradición cultural y aporte turístico [Documento en línea]. Disponible: https://www.lavoz.com.ar/opinion/el-carnaval-como-tradicion-cultural-y-aporte-turistico (Consulta: 16-03-19)
Gutiérrez Muñoz, Ximena (2011). El carnaval como expresión de la cultura de un pueblo. Un estudio de las diversas categorías del carnaval en Latinoamérica [Documento en línea]. Disponible: http://fido.palermo.edu/servicios_dyc/publicacionesdc/vista/detalle_articulo.php?id_articulo=7661&id_libro=343 (Consulta: 16-03-19)
UNESCO (2019). El carnaval de Oruro [Documento en línea]. Disponible: https://ich.unesco.org/es/RL/el-carnaval-de-oruro-00003 (Consulta: 16-03-19).



Autor

Omar Garmendia

Omar Garmendia es profesor titular de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado y la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, ambas situadas en Barquisimeto, Venezuela. Es doctor en educación, investigador en el campo de la historia de la educación y las ideas pedagógicas y magíster en lingüística, con especial dedicación en lexicografía general e histórica y dialectología del español.

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