Agradecer hasta lo que duele

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A ver, ¿quién dijo que tenemos que estar siempre contentos? La felicidad es como un gato y ojo ODIO los gatos, ¿Por qué? Porque son impredecibles, a veces se te escapan de casa y otras vuelven como si nada y te ronronea en el regazo. Y está bien, al final los admiro, hacen lo que quieren, viven su vida y vuelven a eso, solo a eso que les hace feliz. Y bueno la felicidad es así, impredecible, de repente estás feliz y en otro momento puede que sea de completa calma, y porqué, no estar seguido hasta de tristeza. Ayer aprendí que en definitiva la vida es una montaña rusa, con sus subidas y bajadas, sus curvas cerradas y sus rectas interminables. Y ayer mi montaña rusa se movió como nunca. Hoy solo agradezco la bondad de la vida y la sinceridad de quienes me rodean.

Ser agradecido va más allá de una simple sonrisa. Es reconocer nuestra realidad, tanto en sus aspectos positivos como en aquellos que nos cuesta aceptar. Es decir la verdad, aunque duela, porque sabemos que la sinceridad, aunque incómoda, es un regalo valioso. Cuando somos capaces de agradecer hasta por las realidades que nos presentan los demás, estamos dando un paso importante hacia la madurez.

Ser agradecido también implica valorar el esfuerzo que hacemos cada día por seguir adelante. Es reconocer el valor de superar obstáculos y de crecer como personas. Es agradecer a la vida por las oportunidades de aprendizaje y crecimiento que nos brinda.

¿Te has fijado en esas pequeñas cosas que te alegran el día? Apreciar una luna gigante escondida entre los edificios, un café recién hecho, una llamada de un amigo, un abrazo de ese ser especial... Esas pequeñas victorias son como los ladrillos que construyen nuestra felicidad. Y aunque a veces lo pasemos por alto, merecen ser celebradas.

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La vida es un gran misterio. Sabemos algunas cosas, creemos saber otras y muchas más se nos escapan. A menudo, damos por sentado lo que creemos conocer, sólo para descubrir que la realidad es diferente. Pero ¿acaso eso no le añade un toque de emoción a la vida? Agradecer lo desconocido es como abrir un regalo sin saber qué hay dentro: una sorpresa que puede ser maravillosa o tal vez no. Al final, ¿qué sería de nosotros sin la ilusión y la esperanza de descubrir cosas nuevas?

Al final del día, cuando nos metemos en la cama y cerramos los ojos, podemos sentirnos afortunados simplemente por estar vivos. Por haber superado los desafíos del día, por haber aprendido algo nuevo, por conocer una realidad que aunque incómoda te hace rehacer tus ideas, sin dejar de agradecer por haber compartido un momento especial con alguien, por vivir una experiencia diferente, etc.

A veces, las personas que más queremos nos lastiman con sus palabras. Es como si nos dispararon con balas de verdad, pero en lugar de dejar marcas en la piel, las dejan en el corazón. Y duele, mucho.

Sin embargo, aunque duela, la sinceridad es un regalo valioso. Saber lo que los demás piensan de nosotros, aunque sea difícil de aceptar, nos ayuda a crecer y a mejorar como personas.

Cada experiencia, tanto las buenas como las malas, nos deja una lección. Y es en esas lecciones donde encontramos la verdadera sabiduría. Hoy agradezco la realidad, la sabiduría y la enseñanza y admiro a quien dispara la realidad, ¿al final eso también es amar no? No dejar que el otro se llene de ideas falsas sobre situaciones equivocadas. Por eso agradece esos “disparos” de realidad que salen de la boca del otro. Mientras estén cargados de sinceridad siempre será mejor a hacerte una concepción errada de una situación, sentimientos, que tener una emoción del momento o no llegar a nada...

Después de una tormenta, siempre llega la calma. Y aunque las heridas tarden en sanar, es importante construir puentes y perdonar. Siempre existirá ese hospital de madurez que nos permita sanar ese dolor, rehacer la vida y ¿Por qué no agradecer?

Y aunque trillado este ejemplo, lo diré nuevamente: La gratitud es como un músculo que se fortalece con el ejercicio. Cuanto más agradecemos, más cosas tenemos por las que estar agradecidos.

La vida es un regalo, y aunque a veces sea difícil de ver, siempre hay motivos para celebrar. Así que levanta tu copa y brinda por la vida, por tus seres queridos y por ti mismo.

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Hoy no quisiera brindar con alcohol, quisiera comer helado jaja y alzar mi helado y decir aunque no dormí bien “lo acepto anqué duela” GRACIAS!

Bye.

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