Que venga la muerte.

¡que venga! que aquí la espero.

Que venga como el viento.

Rauda y decidida, con su guadaña en la mano y la mirada de frente.

¡Que vevenga la muerte!
¡que venga! que aquí la espero.

Que no hay hombre que la espere como yo la espero.

En pie y con la cara en alto,
firme como un soldado en el frente
rozado por los vientos de tanato
y rezando por algo de suerte.

¡Que venga la muerte!
¡que venga! que aquí la espero.

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