Voy a contarles una historia que le sucedió a mi padre, cuando era muy joven y trabajaba en zona selvática del departamento del putumayo, en Colombia, con los indígenas de la región.
Eran las 2 de la mañana de un viernes santo y una luz se veía a lo lejos, varios de los compañeros de cuartel se levantaron para ver el raro fenómeno y se debatían entre si era un espanto, una hoguera de cazadores o una guaca (tesoro indígena de tiempos de la conquista).
Mi padre, un aventurero de toda la vida, tomó la escopeta y dijo que iba a revisar, porque si era una guaca, él quería encontrarla, uno de sus jefes se le pegó al paso.
Caminaron por horas, cruzaron un rio y tuvieron que subir mucho terreno hasta lo alto de una colina, siguiendo esa luz, al final del camino se encontraron con una roca gigantesca, del tamaño de una casa grande de 2 pisos y encima de la roca se veía alumbrar la luz al fin.
El jefe de mi padre tuvo que subirlo a hombros, para que pudiera ver que era lo que alumbraba y vaya sorpresa, dice mi padre que vio cerca de 20 0 30 aves negras de gran tamaño, para hacerse una idea eran del tamaño de una persona muy pequeña, a lo que su jefe le respondió que salieran corriendo de ahí, pues era una reunión de brujas.
Esta es una de las tantas cosas que vivió mi padre trabajando en zonas indígenas de Colombia en los años 50 y 60, quedan en libertad de creer o no, pero yo le creo a mi padre.
Gracias por leer...