El empresario y académico especializado en problemas sociales señala que los intrépidos usuarios resurgen del féretro con la calma interior fortalecida, menos “codicia e ira” y convertidos en una “mejor persona”.
Con bebidas bautizadas como “nacimiento”, “muerte”, “vejez” y “sufrimiento”, la cafetería abrió en enero con un ataúd blanco (rodeado de cetros florales y sillas que simulan la escena de un velatorio) como atracción central.
Tras acomodarse en el limitado espacio de la caja, una trabajadora de la cafetería asiste al osado cliente para encuadrar la parte superior hasta impedir la entrada del último resquicio de luz, aunque dos diminutos orificios permiten la entrada de aire.
“El cliente puede estar encerrado el tiempo que quiera. Al principio lo ve como una experiencia nueva, pero en un determinado momento comienza a cuestionarse asuntos personales, del estilo: ¿Cuál el propósito de la vida?”, comenta Veeranut.
La reacción de los clientes no tarda en aflorar al salir del ataúd y plasman sus pensamientos en un libro de recuerdos anexo a la tumba ficticia.
“La muerte es un sabio consejero. Vida solo hay una y por ello debemos superar nuestros miedos y abandonar nuestra mezquindad (…) Sin conciencia sobre la muerte todo es trivial, ordinario”, evoca Carlos Castañeda, cliente de la cafetería, sobre su experiencia.
Fuente: Caraota Digital
PUBLICADO EL 13 MAYO, 2018.