Morati y su planta

Kalahari, Sur de África. Bosquimanos caminaban en grupos de seis, niños, hombres y ancianos participaban en la búsqueda de recursos en el desierto donde habitaban. Un sol abrasivo se posaba sobre ellos, el pequeño Morati hace pocos días se había iniciado en la caza y recolecta de agua de la tribu, se encontraba exhausto. Se alejó para descansar en unas rocas; ahí observó algo particular, que nunca había visto; pintaba unos colores tan vivos, era tan hermoso, nada que hubiese visto en aquel desierto. Observó que era una especie de planta, la tomó desde la raíz, la metió en su bolso y llamado por su padre, se integró al grupo, sin palabra alguna de su hermoso hallazgo.

Ya en la aldea, dice a la extraña planta —te sembraré aquí donde los otros no te vean y rompan—. El día siguiente, la tribu comenzó a enfermar luego de haber comido de las cosechas recogidas en la mañana después que el joven sembrara la planta, caían uno tras otro y no entendían por qué; animales y personas perecían. Dos noches de haber sembrado la planta que contaminó las tierras, Morati no abrió más los ojos, ni él, ni nadie.

Meses después llegaron exploradores queriendo estudiar distintas etnias africanas. Dieron con un cementerio en la superficie; todos muertos, pero con una curiosa y hermosa planta que expedía vida a todo dar, extendida por lo largo del cementerio humano Bosquiano. Tomaron muestra de aquella rareza para estudiarla, pero, no coincidía con patrones del planeta. Dicha planta no era terrestre.

Visita el concurso aquí: https://steemit.com/microcifi256/@trenz/concurso-de-microrrelatos-de-ciencia-ficcion-microcifi256-semana-2-la-siembra