Sí, he decidido iniciar en este mundo. Y, cuando hablo de mundo hago alusión al espacio en el que, con seguridad, seré comprendida.
He emprendido una batalla contra "lo básico". Sí, ya sé. Básico, la mayoría de las veces, tiene ventaja. Aún así, no dejo de soñar con una sociedad llena de espacios en el que las personas prefieran ver un poco más allá de lo evidente. Los pequeños mundos inciertos necesitan, piden a gritos, anhelan ser recorridos, sentidos. Quieren ser parte de ti y de mi. Nuestro interior lo sabe.
Ese algo que es el alma, no descansa. Ese todo que es la memoria, se marchita. Se deslizan cubos de hielo sobre los seres, intentando salvar su humanidad de una muerte inmediata.
Pretenden evitar la desintegración, pero endurecen a las partes, las detienen.
Las pompas de jabón que crearon alguna vez una sensación de maravilla en un niño, hoy han estallado justo en la nariz de un adulto sin causar efecto alguno.
La ventana abierta que se encontraba reflejada en el ojo de la anciana y causaba asombro, hoy dejó de ser un lugar mágico para convertirse en un pronóstico del tiempo.
Y así, a medida que caminamos observamos como todos vivimos bajo la imprudencia del "dar para recibir".
Nos quitamos lo poco que ganamos.
Y desplomamos lo poco que otros construyen.
Desmantelamos.