Estudiaba en la universidad de Seattle, era el año nuevo de 1999, la mayoría de los estudiantes viajaban a pasar las fiestas con sus familias pero yo era del tipo que se quedaba en el campus porque sus padres estaban muy ocupados para celebrar, realmente los marginados de las festividades éramos pocos, y por suerte dos de mis mejores amigos eran parte del grupo. Solíamos pasar el tiempo tocando la guitarra y comiendo comida chatarra.
Cuando cayó el atardecer Axel dijo: chicos salgamos de acá, apenas es viernes, el campus va a llenarse el lunes de gente otra vez, y nosotros habremos perdido la oportunidad de hacer algo divertido. David y yo nos miramos con incredulidad, pero finalmente nos animó la idea y pusimos el plan en marcha.
En una de las zonas boscosas aledañas del campus había un pequeño claro, que aunque era zona prohibida, algunos estudiantes de vez en cuando se escapaban para hacer fogatas, tomar alcohol, o simplemente pasar el rato sin ser molestados.
Como pudimos nos escabullimos de los guardias de seguridad y nos adentramos al bosque; llegamos al lugar, había unos troncos ya establecidos para la fogata, juntamos algunos más y la encendimos, el plan de divertirnos empezaba a marchar muy bien.
Estábamos entre risas, algunas cervezas y un churro de marihuana, cuando de pronto escuchamos a alguien caminar hacia nosotros, Axel alzó la cabeza para intentar ver de quién se trataba y yo sólo podía pensar en la sanción y el sermón de mis padres.
Guardé lo que pude en la mochila y les hice señas de que se acostaran en el piso. Nos quedamos algunos minutos en silencio, ya no se escuchaban pasos pero de pronto cayó una rama que nos hizo saltar del susto. No sabíamos si ir a indagar o esperar a que vinieran por nosotros, en ese momento estábamos seguros que se trataba del personal de seguridad.
Pasaron más minutos y ninguno de los tres fue tan valiente para enfrentar la situación, así que entre susurros pactamos tomar otro camino para llegar al campus, ya habíamos apagado la fogata, y recogido nuestras pertenencias, de manera sigilosa dimos algunos pasos, cuando de pronto escuchamos a una mujer gritar: ¡Daaavid! ... Nos quedamos paralizados.
¡David! está vez se escuchó más fuerte, ya era tarde y los efectos del alcohol y la marihuana me estaban convirtiendo en un paranoico, tomé a David por el brazo y le dije no vayas, a lo que él respondió: Chicos estamos jodidos, es mi mamá. Por un segundo me calmé, pensaba: es su mamá, nos va a reprender, ¿Qué tan malo puede ser? pero luego volvía ese pensamiento de pánico que me estaba jugando en contra.
David dijo nuevamente: Chicos es mi mamá, debo ir con ella. Ustedes pueden seguir la otra ruta, no los voy a delatar.
Axel y yo nos miramos, sólo podíamos encoger los hombros. Axel le dijo: Ve, habla con ella, vamos a esperar aquí y luego nos uniremos contigo.
Después de eso David caminó entre los árboles y nosotros dimos algunos pasos más tras de él intentando quedarnos en un sitio donde no fuese evidente, no sabíamos con qué ánimos venía la señora, él llego hasta donde estaba ella, parecía estar sola, eso me pareció extraño, ella le tomó una de sus manos, y parecían estar charlando con normalidad, Axel y yo estábamos más tranquilos, o al menos eso le hacía pensar, muy dentro sentía nerviosismo, no sabía el por qué puesto que no parecía que debíamos preocuparnos.
Unos minutos después decidimos unirnos a él, y mientras nos acercábamos parece que la señora se despedía, le besó la frente y empezó a alejarse, Axel y yo caminamos de prisa hacía David, pero antes de llegar a él, la silueta que parecía ser de su madre se desvanecía. Yo no podía creer lo que estaba viendo, estoy borracho, pensé, Axel se abalanzó rápido hacía David, quién estaba frío e inmóvil.
¿Qué acaba de ocurrir, David? preguntaba mientras lo sacudía, pero él no hablaba, apenas y podía respirar.
Axel y yo no entendíamos nada pero coincidimos en que lo mejor era volver al campus e intentar entender todo desde allá. Llegamos a la habitación, David seguía en el mismo estado. Fue la droga y el alcohol, le dije, algo le causó, algo nos causó.
Vamos a ducharlo, nadie se puede enterar, cuando reaccione sabremos lo que pasó dijo Axel, y así hicimos, lo duchamos, le cambiamos la ropa, luego nosotros igual, tratamos de darle de comer, estuvimos un rato intentando que dijera alguna palabra y de pronto alguien tocó a la puerta, era una de las profesoras que merodeaba por el campus esa noche, necesitaba hablar con David pues resulta que su mamá había muerto hace unos minutos en un accidente de tránsito en Nueva York.
David no reaccionó, un par de lágrimas brotaron de sus ojos. Realmente no podíamos creer aquel evento que habíamos presenciado, nuestro amigo nunca más volvió a hablar, y nosotros jamás pudimos tocar el tema sobre aquella noche.
Rincón literario
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