Desde los primeros momentos de nuestras vidas todos sufrimos la influencia de personas que quieren hacer algo de nosotros. Debemos ser buenos chicos, alumnos obedientes, maridos trabajadores, ciudadanos dóciles y también compradores que no se fijen demasiado en lo que compran, electores fieles, partidarios sin voluntad y crédulos pelmazos con los que se puede hacer cualquier cosa.
De todas partes se precipitan personas que quieren educarnos. Educar significa hacer de nosotros algo diferente de lo que realmente somos y quisiéramos ser. Lo que esas gentes se proponen entraña, pues, una renuncia a nosotros mismos bao una coacción ejercida desde afuera. En el fondo, hasta el último día de nuestra vida se influye en nosotros casi exclusivamente con un único y antiquísimo medio: la coacción.
La fórmula educativa que hemos oído repetir millares de veces reza así: "Si no haces lo que te pedimos, se te castigará. Si haces lo que te pedimos, se te premiará".
Por nuestra propia experiencia sabemos muy bien en qué consisten los castigos y los premios. El castigo puede asumir la forma de paliza, o de manifestación de desdén, o de falta de afecto. A los adultos se les castiga señalándoles como modelos a un colega diligente y diciéndoles: "Esfuércese en ser tan activo, honesto y animoso como él".
Y de esta manera educan los padres a sus hijos. La escuela desarrolló el método legal de la educación mediante la compulsión, y el estado lo perfeccionó. Y lo que está bien para el estado, o puede dejar de ser correcto para la vida en general. Existen tantas variantes de "educación mediante la compulsión" como educadores. Y no hay fase o aspecto de nuestra vida en que no se aproveche la oportunidad de ejercer presión sobre nosotros.
¿Quiénes son los educadores a los que me refiero? Si miramos alrededor, los veremos por todas partes:
- Los padres continuamente aspiran a que lleguemos a ser lo que ellos sueñan.
- Los maestros que no quieren tener dificultades con nosotros.
- Los burócratas y todos aquellos que nos amenazan permanentemente con el poder del estado.
- Las autoridades de todo tipo, desde los médicos hasta los tecnócratas; desde los hombres de ciencia hasta nuestros superiores.
- Nuestras parejas, que quieren modelarnos para convertirnos en lo que ellos esperan de nosotros.
Como vemos, todos pertenecemos de alguna manera a uno u a otro grupo de coacción. Somos educadores y víctimas al mismo tiempo. Los métodos que aprendemos de los educadores mientras somos víctimas, los aplicamos después como educadores a nuestras víctimas.
Cualesquiera que sean los argumentos que la gente emplee para educarnos lo hace a expensas nuestras. Ellos tienen la razón y nosotros estamos equivocados.
¿Hay alguna manera de sustraerse a esta compulsión legalizada y de llevar una vida más o menos propia e independiente? Por supuesto que sí, sólo que únicamente para personas dispuestas a adoptar un par de decisiones fundamentales (el conocimiento y la técnica) y lanzarse a una aventura.
Quien desee dar a la breve vida de que disponemos el máximo de alegría, éxito, felicidad. goce y libertad no debe esperar que alguien lo ayude en tal empeño.
Fuentes:
- https://www.emagister.com/express/master-class-online-especialista-trastorno-obsesivo-compulsivo-toc-cursos-3412711.htm
- http://noticias.universia.edu.pe/cultura/noticia/2016/07/05/1141492/trastorno-obsesivo-compulsivo-famosos.html
- Nueve lecciones para ser felíz. Josef Kirschner. Editorial Crea