Existen seres humanos que son más que especiales, personas que son capaces de mover el mundo con tan sólo una sonrisa, grandes empáticos que son conocedores de las almas y como hablarles directamente, son personas que por su sencillez nos hacen ver la vida desde un buen punto de vista y nos hacen entender que en realidad no se necesita mucho para ser feliz, más que tú mismo. Son personas que pasan por este mundo llenando a los corazones de amor sincero y esperanzas, tienen más que palabras de aliento, tienen como base una vida hermosa que no les cuesta compartir, no les pesa no les duele, para ellos todos somos hermanos y todos somos bellos.
Las personas de este tipo nos llenan de luz, tienen un chiste para cada ocasión, llevan el poder del amor en el corazón porque realmente descubrieron el sentido de la vida, que amar es más que un deber, es el fin principal de nuestra existencia, solo que nacemos sin recordarlo y en algún punto de la historia toca reconocer que hay un alma que anhela vivir en paz consigo misma. Suena como si estas personas especiales fueran poquísimas, tal vez lo sean, pero cuando conoces sólo a una puedes sentir su presencia como una multitud, por toda su sabiduría, conocimientos y gracia.
Dios los coloca en nuestro camino como maestros de amor y de entrega, tu vida no es la misma si realmente lograste aprender de ellos, si realmente lograste escuchar sus palabras, así fuese por unos minutos. En mi caso, he conocido muchas personas así, que afortunada yo, pero lo mejor de todo es cuando esta persona es tu Papá, el ser que se encargó de educarte desde el inicio, un papá que es más que amor, es un universo de cosas hermosas atrapadas en un cuerpo humano tan simple, tan frágil, que un día tras una serie de eventos desafortunados no tuvo opción más que partir de este mundo a nuevos mundos, tal vez más aptos para un ser tan especial.
Al recordarte Papá, recuerdo el sabor de tu comida, la delicia de los vinos, la hermosura de las plantas que cultivabas, los nombres científicos, los días de vacaciones en la selva, las lombrices de tierra, los chistes hasta en las peores situaciones, tus cuadernos con recetas naturales para cualquier enfermedad, el café gourmet, el calor del llano, los bailes interminables en las fiestas, los condimentos hechos por tí, la cúrcuma, el pescado frito y el perro loco que vivía con nosotros. Sobretodo la calidez de tu presencia, tu sonrisa, tu empatía con todos, a fin de cuentas tu amor infinito en todo momento.