En primer lugar, debo confesar que el seudónimo que utilizo no es de mi autoría, pues está inspirado en el libro homónimo de la periodista y escritora española Rosa Montero; y sin duda es un apodo que me cae como anillo al dedo.
Soy Mujer, con el Sol en Aries, mis padres me llamaron Madelyn, un arreglo hecho por ellos de Madeleine. Soy la Primera Hija, esa que mueve los afectos más inesperados de los padres (sobre todo de papá), con quien debutan, la que recibe Amor y Miedo en intensas y equivalentes dosis, quizás por eso fui también la niña llorona de la casa. A los 4 años, me convertí en la Hermana Mayor de un varón, sí resalto esto porque ha sido relevante la diferencia de sexos en la familia, pero de ello les hablaré en otro momento; conforme fuimos creciendo la niña empezó a dejar de llorar tanto, ya que ahora era la defensora y protectora de su hermanito.
Desde pequeña me he caracterizado por ser curiosa, inquieta, desordenada y parlanchina, de esas que no se quedaban con el porque yo lo digo de sus padres. La pasión por las artes viene de mi Madre y a su vez de mi Abuelo; el carácter tosco, perseverante y estructurado pues lo tomé de mi Padre. En la escuela compartía con muchos compañerxs, pero siempre me llevé mejor con los niños; en la adolescencia esto se acentuó (ya que no era muy bien recibida en el grupo de chicas), así que comencé a relacionarme mejor con los varones a través de las actividades físicas y los deportes; pues toda la secundaria/bachillerato, la viví en una institución de corte militar porque según mi padre, necesitaba disciplina.
A los 12 años tuve la idea de inscribirme en Artes Marciales, ingenuamente buscaba un lugar donde impartieran Kendo (arte marcial japonés con sables), ya que para ese entonces estaba fijada con una serie de animación japonesa muy conocida con la temática de Samurais; pero aquí en el pueblo donde crecí remotamente lo iba a encontrar, así que en la búsqueda hallamos un Dojo donde por cosas de la vida el emblema tenía dos Samurais en combate con katanas, sin embargo, la escuela era de Karate, pero también ofrecían para los grados avanzados clases de Kobudo y manipulación del Bo (palo de bambú); así que me inscribí con la meta de ser una alumna avanzada y poder tomar esas clases. Mientras crecía, me enamoré más de las Artes Marciales y la cultura Japonesa, a los 19 años obtuve mi grado de Cinturón Negro Shodan Ho.
La curiosidad me llevó a leer muchos libros, y a investigar de cada tema que llamaba mi atención por lo que poco a poco me fui construyendo un lugar de saberes diversos, cada vez pensando y analizando más lo que me rodeaba. A los 16 años, salí de bachillerato e inmediatamente entré en la Universidad, ya que a los 14 decidí que sería Psicóloga, y eso fue lo que estudié, apasionándome por el Psicoanálisis y la Psicología Junguiana. Aproximándome al término de la carrera retomé el interés en la pintura y el dibujo (los cuales aprendí mirando a mi madre), me encontré con algo llamado Arte Terapia que sería el punto de encuentro entre esos dos caminos que recorría, mientras más lo revisaba más me gustaba, llegando a realizar mi Trabajo Final de Pregrado con este tema, y con el Duelo que es otro tema relevante en mi historia, pero que dejaré para otro post; obtengo la Licenciatura a los 21 años, y con 3 años asistiendo a psicoterapia personal, más supervisiones, comienzo a ejercer.
Educadora de vocación, pues de una u otra manera el andar me ha colocado en momentos donde he compartido conocimientos, primero a nivel de Secundaria, luego en la Universidad, o en el Dojo como Sensei; bueno, esto no me extraña tanto, recuerdo de niña jugar a ser la maestra de mi hermano y primas, diciendo que: “cuando sea grande daría clases igual que mi tía”.
En mi corazón hay un Conejo, que se refleja con ternura en cada Luna Llena; un árbol de Cerezos que en Primavera florece sensualmente con botones rojos; una Katana Samurai, de elegante funda, asentada en una piedra grande de río, que genera sensación de respeto; y una taza de café negro, amargo pero gustoso.
Lo que puedo ser Hoy, es la construcción de diferentes procesos y aventuras, que no podría resumir en una publicación, pero, para eso estoy aquí, para irles contando la historia, pensamientos y haceres de la loca de la casa, que actualmente es Compañera de Vida, Psicoterapeuta, Amiga, sigue siendo Hija, Hermana Mayor, Artista, Mujer.
Desde estos lugares, he venido a dejarles una parte de mi experiencia por medio de mis publicaciones…