¡Tienes que conocer a este perro increíble! | You have to meet this amazing dog! (ESP/ENG)

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¡Hola hivers!


Desde niño siempre fui muy dado a tener animales, por eso hoy les traigo la historia de cómo encontré a Sirius o más bien cómo él me encontró a mí, para salvarme de los estragos de la depresión que día a día me consumía desde dentro.


Te cuento que por mi casa materna pasó una infinidad de mascotas, muchas de ellas con características de personalidad bien marcadas que, hasta hoy, nos traen gratos recuerdos cada vez que pensamos en aquellos días sencillos de hace tres décadas. Perros, gatos, tortugas de tierra, gansos, patos, gallinas, iguanas, loros, guacamayos, alcaravanes, chivos, cabras, terneras y hasta una lechuza, pasearon por mis años de niñez y adolescencia, llevándome felicidad y buenos momentos, pero llegó el momento en que todo cambió.


Si yo he sido fanático de tener mascotas, mi madre lo es mucho más. Recuerdo con claridad que en los años noventa tuvimos, al mismo tiempo, ocho perros. Cada uno de ellos demandaba atención, alimentación, controles de veterinario, cuidados médicos cuando eran necesarios y aseo. Fue una tarea agotadora hasta que, uno a uno, año tras año, se fueron despidiendo de nosotros para ir al cielo de los perros a masticarle los zapatos a Dios. Fue un período triste de muchos duelos.


Pasaron los años de la universidad y llegué a olvidarme de lo que se siente tener una mascota. En algún momento llegué a pensar que tener una es una especie de etapa vital que, sencillamente, se quema, como otra, pero estaba equivocado.

Así fue como lo encontré


Hace dos años, navegando en redes sociales lo vi por primera vez y supe que había encontrado a un nuevo amigo que, además, necesitaba de mí. Era Sirius, mi Sirius, un adorable cachorrito de poodle apricot que el amigo de una amiga había dejado al cuidado de sus padres, mayores y enfermos, cuando decidió migrar a otras en busca de mejores oportunidades.


El perrito estuvo prácticamente abandonado durante sus tres primeros meses de vida. Era bello, tan peludo que apenas se le podían adivinar los ojos, pero estaba en muy malas condiciones de vida. Apenas lo alimentaban y su pelaje estaba seriamente comprometido, enredado y con mal olor. Mi amiga lo rescató y le dio un primer baño antes de entregárnoslo. Fue allí cuando comenzó nuestra aventura.

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Así era Sirius cuando me encontré con él


Llegó a casa y comenzó la aventura


Se nos ocurrieron muchos nombres que fuimos rechazando hasta quedarnos con uno: Sirius. Todos creen que lo elegimos por ser el de un personaje de la saga de Harry Potter, pero no, en verdad se debe a que así se llama la estrella más brillante del firmamento nocturno.


Cuando ya tuvimos a Sirius en casa me encargué, tijera en mano, de cortar todo el pelo dañado, que era casi todo. Quedó como recluta militar, con apenas unos milímetros de pelaje y, debajo de eso una piel muy fina y unos huesitos que se le marcaban en claro signo de desnutrición. Eso me partió el alma.


Lo desparasité y le di un baño más profundo. Nunca quiso aceptar un collar, así que no insistí. Luego fui a la tienda de un amigo y compré alimento para cachorros, suficiente como para tres meses, pero el muy granuja ya no lo aceptó después de cuatro semanas, así que desde entonces le cocino, cada día, su ración de alimentos. Sí es un perro muy selectivo para comer.


En el transcurso de los dos primeros meses repuso su masa corporal y mudó sus dientes, su pelaje cambió, se hizo sedoso y brillante, controlé el tamaño de sus uñas y en más lo comencé a llevar a la estética canina para que luciera tan lindo como yo lo veía en mi mente.

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Su primera visita a la estética canina fue como regresarle la dignidad


Sirius es todo un reto


Sirius es un perro temperamental. A pesar de que le compramos una cama para que durmiera en mi habitación, él se empeñó en no dormir en ella y la mordió hasta destruirla, pero claro, cuando sentía frío lloraba y me despertaba, así que poco a poco lo fui metiendo de contrabando a mi cama, primero algunas horas y luego la noche entera. Hoy en día, con tanto más de dos años, es él quien me da permiso de dormir a su lado en la cama que ya le pertenece y de la que se siente dueño y señor. ¿Qué más podría hacer?


Tiene carácter. Reclama a ladridos cuando no se le presta atención, cuando se ha pasado, aunque sea por un minuto, su hora de juego o de comida, también cuando tardo en llegar a dormir o cuando algo no está en su lugar habitual. Es un perro con costumbres bien definidas, guarda sus juguetes debajo de la cama y cuando le alzo la voz en señal de reprobación de alguna conducta que tenga, se echa delante de mí y llora hasta que aproximo mi rostro hacia él y, en ese momento, saca su arma más letal, mira hacia arriba, como un santo buscando el consuelo de Dios antes del martirio, y me da tantos lengüetazos como puede. Después de eso todo queda saldado.


Una mascota no es como tener un hijo, es algo muy distinto, aunque el compromiso es el mismo. Tener un perro es como tener a un niño de cuatro años que demanda mucho tiempo y recursos, mucho afecto y dedicación, pero no hay nada más satisfactorio que llegar a casa y encontrarse a ese pequeño o grande cosa peluda que te babea y te huele para saber dónde estuviste, todo mientras se frota contra ti como diciendo: “¡vaya, al fin has llegado, te eché mucho de menos!”, y eso, aunque solo hayas salido por diez minutos a la tienda de la esquina.


Sirius es mi mejor amigo y quizá el único que me queda en el país porque ya muchos se han ido. Quizá en algún momento también yo tenga que hacerlo, obligado por las carencias económicas que cada vez son más fuertes y frustrantes. Por eso escribo a diario, para asegurarme de que dondequiera que yo vaya, él esté conmigo y poder darle la vida y el afecto que merece.


Apóyame con tu voto. Estoy seguro que Sirius te lo agradecerá tanto como yo.

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Estoy seguro de que no encontraré en mi vida a un mejor amigo que Sirius


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Hi hivers!


Since I was a child I was always very given to having animals, so today I bring you the story of how I found Sirius or rather how he found me, to save me from the ravages of depression that day by day consumed me from within.


I tell you that in my mother's house there were an infinite number of pets, many of them with distinct personality traits that, to this day, bring back fond memories every time we think of those simple days three decades ago. Dogs, cats, turtles, geese, ducks, chickens, iguanas, parrots, macaws, macaws, alcaravans, goats, goats, calves and even an owl, walked through my childhood and adolescence, bringing me happiness and good times, but the time came when everything changed.


If I have been a fan of having pets, my mother is much more so. I remember clearly that in the nineties we had, at the same time, eight dogs. Each one of them demanded attention, feeding, vet checks, medical care when needed, and grooming. It was an exhausting task until, one by one, year after year, they were saying goodbye to us to go to dog heaven to chew God's shoes. It was a sad period of much mourning.


The college years went by and I came to forget what it's like to have a pet. At some point I came to think that having one is a kind of life stage that simply burns out, just like any other, but I was wrong.

That's how I found Sirius


Two years ago, surfing on social networks I saw him for the first time and I knew I had found a new friend who also needed me. It was Sirius, my Sirius, an adorable apricot poodle puppy that a friend of a friend had left in the care of his parents, old and sick, when he decided to migrate to other countries in search of better opportunities.


The puppy was practically abandoned during his first three months of life. He was beautiful, so furry you could barely make out his eyes, but he was in very poor living conditions. He was barely fed and his coat was severely compromised, matted and smelly. My friend rescued him and gave him a first bath before handing him over to us. That's when our adventure began.

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This is what Sirius looked like when I met him


Arrived home and the adventure began


We came up with many names that we kept rejecting until we settled on one: Sirius. Everyone thinks that we chose it because it is the name of a character from the Harry Potter saga, but no, in truth it is because that is the name of the brightest star in the night sky.


When we had Sirius at home I took care, scissors in hand, to cut all the damaged hair, which was almost all of it. He looked like a military recruit, with just a few millimeters of fur and, under that, a very thin skin and some little bones that were marked as a clear sign of malnutrition. That broke my heart.


I wormed him and gave him a deeper bath. He never wanted to accept a collar, so I didn't insist. Then I went to a friend's store and bought puppy food, enough for three months, but the rascal wouldn't accept it after four weeks, so since then I cook his food ration every day. Yes, he is a very picky eater.


In the course of the first two months, he regained his body mass and shed his teeth, his coat changed, became silky and shiny, I controlled the size of his nails and I started to take him to a dog groomer to make him look as nice as I saw him in my mind.

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His first visit to the dog groomer was like giving him back his dignity


Sirius is a challenge


Sirius is a temperamental dog. Even though we bought him a bed to sleep in my room, he insisted on not sleeping in it and chewed it to destruction, but of course, when he felt cold he cried and woke me up, so little by little I smuggled him into my bed, first for a few hours and then the whole night. Today, after more than two years, he is the one who gives me permission to sleep next to him in the bed that already belongs to him and of which he feels lord and master. What else could I do?


He has a temper. He barks when he is not paid attention to, when he has missed, even for a minute, his play or meal time, also when I am late to go to sleep or when something is not in its usual place. He is a dog with well-defined habits, he keeps his toys under the bed and when I raise my voice in reproval of any behavior he has, he lies down in front of me and cries until I approach my face towards him and, at that moment, he takes out his most lethal weapon, looks up, like a saint looking for God's consolation before martyrdom, and gives me as many licks as he can. After that everything is settled.


A pet is not like having a child, it is something very different, although the commitment is the same. Having a dog is like having a four year old child that demands a lot of time and resources, a lot of affection and dedication, but there is nothing more satisfying than coming home and finding that little or big furry thing drooling and sniffing at you to know where you were, all the while rubbing against you as if to say: "wow, you finally arrived, I missed you so much!", and that, even if you only went out for ten minutes to the corner store.


Sirius is my best friend and perhaps the only one I have left in the country because so many have already left. Maybe at some point I will have to do so too, forced by the economic shortages that are getting stronger and more frustrating. That is why I write daily, to make sure that wherever I go, he is with me and that I can give him the life and affection he deserves.


Support me with your vote. I'm sure Sirius will thank you as much as I do.

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I am sure that I will never find a better friend in my life than Sirius


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