Debo confesar que yo no era tomador de café, luego de que comencé a trabajar en una oficina por el año 2009, comencé a beberlo más seguido, hoy día lo bebo a diario, entre mis compañeros de trabajo es muy común decir “vamos a buscar una taza de café” y aprovechar el momento para despejar la mente y volver con un nuevo empuje a trabajar.
Cuando alguien tiene un problema, le decimos “vamos por un café” y le brindamos esa mano amiga ante las adversidades, y que decir de las tardes, donde buscamos un pan Camaleón y un guayoyo de merienda.
En ocasiones, para celebrar algo, buscamos un café especial, por ejemplo con chocolate tipo mocaccino, o un café irlandés (con whisky), wow, la primera vez que probé ese café vaya que me llevé una buena sorpresa jajajaja, de verdad que te calienta el cuerpo con un solo sorbo.
Aquí es perfectamente aplicable la frase “si el cuerpo te pide café dáselo, y si no te pide café, dáselo igual para que entienda que no se manda solo” jajajajaja.
Ahora, quiero cerrar esta publicación con la siguiente reflexión: “Todos tenemos un café, pendiente con alguien…”