EL BOSQUE DE LAS LÁGRIMAS | Cuento Original

hydrangeas-1851481_1920.jpg
Original Image | Edited with PhotoScape


«¡Ay los vicios humanos! Son ellos los que contienen la prueba de nuestro amor por el infinito».


— Charles Baudelaire

photo_20200731_202247.jpg


𝔼𝕃 𝔹𝕆𝕊ℚ𝕌𝔼 𝔻𝔼 𝕃𝔸𝕊 𝕃𝔸𝔾ℝ𝕀𝕄𝔸𝕊


Desde hace algunos meses, he observado que Mauricio cada tarde se adentra hacia el bosque que queda diagonal a mi patio trasero, siempre llevando un ramo de hortensias en sus manos, unas flores bellísimas con un tono azul que jamás había visto. Mauricio entraba al bosque y salía media hora después, ya tenía calculado hasta el tiempo, puesto que, lo había divisado desde hace un mes y medio para acá.

La gente es muy cruel, y hacía comentarios insulsos junto con falacias lastimeras; decían que Mauricio asesinó a su esposa, Ramira y sepultó su cadáver en las entrañas de aquel bosque; y ahora, arrepentido, deja cada tarde un ramo de hortensias en su tumba sin lápida. Existe otra historia más absurda que la anterior, pero esto no quita que se arraigue fácilmente dentro de la credibilidad de la gente.

Dicha falacia cuenta que Mauricio tuvo una hija con Ramira, pero ambas murieron durante el parto. La terrible noticia no salió de los interiores del hospital, y fue al instante que mi pobre amigo decidió sepultar a su familia en aquel bosque, llevándoles cada tarde el hermoso ramo de flores azules preferido de su esposa; la razón, según la gente, fue que Mauricio y Ramira se conocieron en aquel bosque, y que Ramira le había hecho jurar a su esposo que, si ella moría primero, que la fuera a sepultar allí.

Todo lo anteriormente dicho son mentiras generadas por la gente, yo lo sé, porque ellos son mis mejores amigos y conozco su verdadera historia como los rincones de mi casa. Ramira no está muerta, en realidad, ella y Mauricio se divorciaron, ciertamente, ambos tuvieron una hija, pero se separaron una semana después de que ella naciera. Ramira se fue de la ciudad con la bebé y jamás volvió a pisar estos territorios, pero aún sigue en contacto con Mauricio por asuntos referentes a la niña.

Mi pobre amigo cayó en una profunda tristeza, y para despejarse, comenzó a frecuentar el bosque cada vez más a menudo, hasta que un día empezó a entrar con un ramo de hortensias y a partir de ahí, cada tarde, entraba a los interiores del bosque con las mismas flores en sus manos. No solo me sorprendía de que Mauricio consiguiera un ramo cada día de aquella hermosa flor tan inusual, sino que también la extraña rutina que había adoptado, algo que no dejó de hacer durante tres meses.

Intenté hablar con él llegando hasta su casa, su hogar tenía un aroma particular, pues el ambiente siempre olía a flores silvestres. Me recibió con toda la cordialidad que un amigo podía depositar en otro. Imaginaba en él un aspecto distinto; más deprimido, ojeroso y gris, pero sorprendentemente me topé con un hombre alegre, radiante, con mucho entusiasmo por la vida, pareciera que la depresión por el divorcio no tuvo un efecto duradero en él.

Mientras conversábamos en la cocina, se levantó repentinamente para preparar un poco de café, yo divisé al momento por la ventana para vislumbrar el hermoso jardín de hortensias que tenía. ¡Era algo maravilloso!, sentí que presenciaba un Edén cubierto de bellezas azuladas.

— ¡Dios mío! ¡Tienes un hermoso jardín, Mauricio! —. Señalé, esperando una reacción de su parte. Él sonrió a carcajadas, orgulloso de su gran obra.

—Por cierto, he notado que diariamente durante las últimas semanas te estás adentrando al bosque por las tardes —. Ya no aguantaba más y le pregunté: — ¿Dónde dejas esas flores o a quién se las dejas?

Esperaba una reacción diferente, pero solo sonrió, esta vez no a carcajadas, solo esbozó una sonrisa con una mirada algo perpleja.

— ¿Quieres de verdad saberlo amigo mío? —Me preguntó mientras colaba el café. —Quizás no me creas, hasta dirás que estoy loco, pero eres la persona en quién más confío y mereces saber la verdad. Por favor, siéntate, ya te llevo tu café.

Obedecí un poco ansioso por saber la verdad, mientras Mauricio traía las tasas hasta la mesa.

—Después del divorcio con Ramira me sentí triste y desorientado, bueno, eso ya lo sabes.

—Sí, por supuesto amigo, continúa.

—Bueno…, la casa ya me parecía pesada y ya no aguantaba más la soledad. Un día, decidí adentrarme en el bosque una tarde, para encontrar el sosiego rodeado de árboles, pensé que eso me ayudaría, pero solo vinieron a mi cabeza horribles recuerdos del divorcio; durante y después, y lloré amigo, ¡lloré mucho! Deseé en ese momento que mi dolor fuera arrebatado.

»De repente, el árbol que estaba frente a mí comenzó a emanar una luz tenue, y dentro de este emergía una mujer, totalmente desnuda con los cabellos rizados color café más relucientes que había visto en mi vida. Creí que era un ángel, una virgen o una santa, puesto que la luz que la envolvía no podía provenir sino de un ser celestial. Su piel era fina, sin imperfecciones, como una estatua de porcelana. Se acercó a mí y me abrazó, yo quedé completamente paralizado. En ese momento, no sé qué ocurrió amigo mío, pero toda mi tristeza se depositó en otra parte, quedando absolutamente desposeído de esta.

»Ella se fue alejando paulatinamente, me miró con un rostro de gracia y ternura, yo me arrodillé, expresando el más humilde agradecimiento; y ella, a cambio de mantener mi felicidad, me dijo que le llevara un ramo de flores azules diariamente por un año. Ya sean dalias, hortensias u orquídeas, pero opté más por las hortensias, y fue cuando ella usó su magia para bendecir mi jardín y llenarlo de estas flores. Y ahora las llevo para ella, cada tarde y yo recibo su gracia.

Quedé sorprendido; su historia, como él había apuntado, no tocó los límites de mi credibilidad, por lo que asentí cordialmente por mi amigo y su fantasía, haciéndole entender que comprendía su extraña ahora rutina. Después de un rato de charla sobre el mismo tema, me despedí de él regresando de nuevo a casa.

Al llegar, me dispuse a investigar, había escuchado una historia similar sobre ese bosque anteriormente. Mi indagación me llevó a la historia de un hombre que había perdido a su mujer en un accidente dentro del bosque. El hombre llevaba flores azules cada tarde al lugar donde había sido enterrada su mujer, hasta que esta se le apareció secando todas sus lágrimas. Desde ese día, el lugar fue bendecido por cientos de creyentes pero condenado por la iglesia creerlo una superstición. Sin embargo, aún las personas van en secreto hacia aquel bosque, llevando flores azules de cualquier tipo en sus manos, depositando sus lágrimas a aquella santa o ninfa, que está dispuesta a recibirlas.

FIN


Escrito por @universoperdido. Abril 09 del 2021


Te invito a leer otros relatos de mi autoría

LA RATA REINA
EL HIJO DE IRENE

photo_20200731_202247.jpg


¿Eres escritor? ¿No encuentras un lugar adecuado para colocar tus trabajos literarios? Unete a Literatos, una comunidad en Hive donde puedes publicar tus cuentos, poemas, ensayos literarios y novelas inéditos de tu propia autoría.



GIFs elaborated by @equipodelta

H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
Join the conversation now
Logo
Center