Conocí a la muerte en un restaurante.
Coqueteamos, hicimos el amor y tuvimos un par de citas.
Nos mudamos juntos, abrimos un café y nos casamos.
Nos desorientamos y nos lastimamos hasta
El punto de odiarnos con frialdad.
Ahora está en otra ciudad sórdida ejerciendo su oficio;
Después de todo, aquí su trabajo ya estaba hecho,
No dejó alma, corazón ni sentimientos.
Que preguntas tan estúpidas;
La amé y por supuesto que se quedó con el local,
Hasta mi trasero estaba a su nombre.
Imágenes y contenido original.
Cantaura, Venezuela 27/02/2021.