Hola, les saludo a todos los integrantes de esta comunidad. Es mi primera publicación por acá y espero sea de su agrado.
Terapia
Así empezaba la horrible rapsodia de tabarras y lamentaciones cada lunes y con ello sólo se acentuaba el desprecio que yo sentía por el día de las ánimas. Uno a uno cada integrante del círculo recitaba su fracaso o resistencia semanal como una anécdota digna de ser oída. Exponían sus vidas privadas al grupo como frescos cadáveres, listos para ser diseccionados en nuestra autopsia grupal. Para mí no era de ayuda saber lo que ellos padecían y mucho menos lo que lograban; pues, no se siente para nada bien descubrir que no eres mejor que el otro y mucho menos constatar la cantidad de tumores mentales que produjiste desde la última sesión. Aquel acto de relatar nuestra existencia al por menor, me ponía frente a un espejo que acentuaba mis fealdades y realzaba mis defectos a tal punto que lograba excitar a mis demonios interiores.
—Muy bien —repetía cansinamente Jonás, sin ningún tipo de empatía en la voz cada vez que alguno terminaba su intervención; luego, con una mirada tan enferma como la nuestra, recorría nuestros rostros ajados esperando encontrar a un sucesor.
Cuando posó sus ojos de pescado sobre mí, las manos me comenzaron a sudar. Traté de cruzar la pierna para mostrarme confiado, pero el arma en mi pantalón me golpeó un testículo. Me quejé por el dolor (y creo que lo hice muy alto).
—¿Quieres aportar algo? —se apresuró a preguntar Jonás enarcando una ceja. Nervioso hundí la mano en mi bolsillo hasta sentir el hierro frío, respiré profundo, contuve la respiración y cerré los ojos.
Todo lo demás pasó como un relámpago: me levanté y grité que todo aquel circo me parecía una basura, que los odiaba a todos y a cada uno en proporciones desmesuradas por recordarme la escoria de hombre en que me había convertido; les grité que aquella terapia, lejos de ayudarme, me estaba volviendo loco y me hacía sentir cada vez más incómodo, miserable y podrido… luego saqué la Colt de mi bolsillo y se la vacíe en sus caras. Ninguno se inmutó ni intentó escapar de mi furia. Cada uno esperó su bala, sentado en su silla estoicamente.
… «¿Quieres decir algo?»
Jonás repitió la pregunta con el mismo tono de fastidio que la primera vez. Entonces abrí los ojos, solté el aire de mis pulmones y sentí como se distendían mis músculos hasta la relajación.
Después de acomodar el arma en mi bolsillo y cruzar mi pierna con mayor facilidad, empecé a narrarles todo sobre mis victorias de la semana (obviando, por supuesto, la estrategia mental de matarlos en cada sesión para poder hablar en calma).
Hi!, I greet all the members of this community. This is my first publication here and I hope you like it.
Therapy (Eng)
Thus began the horrible rhapsody of tabarras and lamentations every Monday, which only accentuated the contempt I felt for the famous day of the souls. One by one each member of the circle recited their weekly failure or resistance as an anecdote worth hearing. They would expose their private lives to the group like fresh cadavers ready to be dissected in our group autopsy. It was no help to me to know what they suffered, much less what they achieved; for it does not feel good at all to discover that you are no better than the other, much less to see how many mental tumors you have produced since the last session. That act of recounting our existence retail, put me in front of a mirror that accentuated my ugliness and enhanced my defects to such an extent that it managed to excite my inner demons.
—Very good —Jonas repeated wearily, with no empathy in his voice each time one of us finished speaking; then, with a look as sick as ours, he scanned our weathered faces, hoping to find the successor.
When he laid his fish eyes on me, my palms began to sweat. I tried to cross my leg to look confident, but the gun in my pants hit my testicle. I groaned from the pain (and I think I did it too loudly).
—Do you want to contribute anything? —Jonas was quick to ask, raising an eyebrow. Nervously I reached into my pocket until I felt the cold iron, took a deep breath, held my breath and closed my eyes.
Everything else happened like lightning: I stood up and shouted that I thought the whole circus was garbage, that I hated each and every one of them in disproportionate proportions for reminding me of the scum of man I had become; I shouted at them that this therapy, far from helping me, was driving me crazy and making me feel more and more uncomfortable, miserable and rotten... then I took the Colt out of my pocket and emptied it in their faces. None of them flinched or tried to escape my fury. Each one waited for his bullet, sitting stoically in his chair.
... "Do you want to say something?"
Jonah repeated the question with the same tone of annoyance as the first time. Then I opened my eyes, released the air from my lungs and felt my muscles distend into relaxation.
After placing the gun in my pocket and crossing my leg with greater ease, I began to tell them all about my victories of the week (ignoring, of course, the mental strategy of killing them in each session so that I could speak calmly).