El otoño es una estación del año llena de melancolía e inesperada inspiración. Es un reflejo de los seres tristes y del alma errante. Los árboles comienzan a oscurecerse y las hojas se desprenden de ellos como memorias pasadas y tristes recuerdos. Cada hoja mecida por el viento es un recuerdo, un deseo no cumplido, un deseo olvidado, las promesas que se desvanecieron una tras otra y no fueron refugio de tormentas. Cada día, una tarde más corta que la anterior y las sombras crecen y se multiplican. Hasta el sol parece tímido y distante, como si se escondiera para escuchar el susurro del viento cada vez más frío, apenas se siente su calor en mi piel, mientras a mis pies las hojas marchitas murmullan y crujen en un desespero acompasado.
En estos momentos, la soledad besa la melancolía, una vieja amiga que me ha acompañado tanto tiempo, y me pide con aterciopelada voz que le cuente mis poemas. Me siento atrapado en mis limitaciones, en aceptar mis sueños no cumplidos y en la belleza devorante de los fracasos; a buscar dentro de mí las palabras que describen mis días pasados y la incertidumbre de los venideros. Un árbol desnudo me ofrece asiento, sus hojas en el suelo son levantadas por el viento y parece que quieren regresar a su hogar. Mi mente corre y salta en divagaciones, buscando consuelo en el talento que no tengo, los poemas que no nacen y los que han muerto. Un río silencioso fluye en mi mente. La melancolía del otoño es tristeza y aceptación sin caprichos de la volatilidad de esta vida regalada. Un recuerdo de nuestros momentos oscuros que esperan el invierno y aún más soledad, poesía oculta en el alma, un naufragio de emociones. Y en esa búsqueda en la inoportuna suerte, me encuentro con el único poder de la creación y la maldición del miedo al fracaso. Un poeta frustrado, un náufrago de la vida. Gracias, amigo otoño, gracias melancolía, gracias por tener por mí los pies en la tierra. Guíame en mi laberinto de emociones a dar vida a cada palabra que escribo.
Autumn is a season full of melancholy and unexpected inspiration. It is a reflection of sad beings and the wandering soul. The trees begin to darken and the leaves fall from them like past memories and sad recollections. Each leaf rocked by the wind is a memory, an unfulfilled wish, a forgotten desire, the promises that faded one after another and were no shelter from storms. Each day, an afternoon shorter than the last and the shadows grow and multiply. Even the sun seems shy and distant, as if hiding to listen to the whisper of the increasingly cold wind, its warmth barely felt on my skin, while at my feet the withered leaves rustle and rustle in rhythmic despair.
In these moments, loneliness kisses melancholy, an old friend who has accompanied me for so long, and asks me with a velvety voice to tell her my poems. I feel trapped in my limitations, in accepting my unfulfilled dreams and in the devouring beauty of failures; to search within myself for the words that describe my past days and the uncertainty of the days to come. A bare tree offers me a seat, its leaves on the ground are lifted by the wind and seem to want to return home. My mind races and jumps in ramblings, seeking solace in the talent I don't have, the poems that are unborn and those that have died. A silent river flows in my mind. Autumn's melancholy is sadness and whimless acceptance of the volatility of this gifted life. A memory of our dark moments awaiting winter and even more loneliness, poetry hidden in the soul, a shipwreck of emotions. And in that search in the untimely fate, I find myself with the only power of creation and the curse of fear of failure. A frustrated poet, a castaway of life. Thank you, friend autumn, thank you melancholy, thank you for keeping my feet on the ground. Guide me in my labyrinth of emotions to give life to each word I write.
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