Se quedó allí, en el mismo lugar que tanto odiaba, mirando fijamente a la distancia.
Su rostro lucía estóico, pero por dentro un aluvión de sentimientos le destrozaban el corazón después de escuchar aquella noticia. A ella le bastó un par de oraciones para decirle que todo habia terminado. A él le pareció irreal la manera como se dió vuelta con indiferencia, arrojando al piso la rosa y los chocolates; marchandose a paso apresurado.
Elena apretó el paso, para no dejar ver una lagrima que asomaba de sus ojos, !oh Señor! como duele.
Ella núnca pensó que Eduardo sería capaz de engañarla tan friamente, pero se dijo a sí misma; "Los hombres son así, infieles por naturaleza".
Siempre se negó a aceptar esa frase que sus amigas decían cuando comentaban sus desengaños amorosos, y en su relación de 4 años con Eduardo, pensó tristemente mis amigas tenían razón.
Eduardo sin comprender la frialdad de las palabras de Elena, quedó petrificado, desconcertado, sobre todo ese día en que pensaba pedirle compartir su vida ante Dios y los hombres. Solo había esperado tener en sus manos los documentos que le trajo su hermana Lucía desde España, para pedírselo. Justo ayer se encontró en un café con ella, en el mismo café que suele reunirse con Elena y que esa tarde unas horas después habían quedado en verse, cosa que jamas ocurrió.
Que descaro, pensaba Elena, citar a esa chica en el mismo café, una hora antes de nuestra cita, la rabia producida por el engaño se transformó en decepción, luego en un profundo dolor, para finalmente tornarse en un aluvión gélido. Que la hizo capaz de hablar con esa frialdad, cuando terminó con Eduardo.
Apresurada fué al único lugar donde encontraba paz, la Iglesia. Entró y como en camara lenta se acercó al sagrario, donde Jesús moraba para los hombres, se arrodilló y su largo sollozo fué interrumpido por una mano muy familiar; era el parroco, su Tio Miguel, que le preguntaba el motivo de su tristeza.
Se abrazó a él y le contó la infidelidad de Eduardo cuando lo vió ayer en el café tan amoroso con una chica, y que venía de terminar con él.
Su tio no pudo menos que reirse, Elena confundida por su reacción le pregunta el motivo de su risa en algo tan serio para ella. Su tio la invita a sentarse en una de las bancas de la Iglesia, -escucha Elena, núnca debes juzgar por las apariencias, sobre todo si piensas tener una vida junto Eduardo. Llevan años de novios y hasta ahora tu confianza en él, es tan fragil como para pensar que te engaña con otra?.
Pero si lo vi con otra tan amoroso?, te acercaste y le hablaste? le pregunta su tio, Elena le responde con un no rotundo moviendo de un lado a otro la cabeza, cómo me iba a enfrentar con él?, no, para que?, solo salí corriendo del lugar. Pues hija te cuento que hace unos dias tu novio Eduardo vino a la sacristia a decirme que ya tendría sus papeles, su hermana los traería desde España y quería darte una sorpresa, justo ayer te presentaría a su hermana pues había quedado verse con ella primero y luego contigo en el café.
Ayer mismo vinieron a traer los documentos y fijar la fecha, me contó que hoy te daría la sorpresa.
En ese instante siente a su lado la cercanía de un cuerpo agitado y nervioso, voltea presintiendo quien era. Eduardo sin mediar palabra la abrasa, e intuye que el tio de Elena tenía todo bajo control, mira a los ojos de su amada, ve en ellos arrepentimiento y le dice: - te seguí inmediatamente, deje que hablaras con tu tio, sabía que eras celosa, pero no imaginé jamás tu reacción, ahora pasemos la pagina a todo con una condición: - Cual? pregunta Elena muy aliviada y esperanzada, - aceptas casarte conmigo y confiar más en el amor? en nosotros?. - Si acepto, te prometo no dudar mas y aprender a no callar mis dudas.
El tio Miguel sonriendo se aleja pensando, que Dios tiene algo hermoso preparado para ellos, pués en su casa y ante el sagrario, prevaleció la verdad y la promesa de la confianza.
!El amor todo lo vence, todo lo sana!, !Bendito sea Dios"! dijo en voz alta y elevando las manos pensó; si todos los hombres confiaran más en el poder del amor, no habría guerras. bajando la manos prosiguió su camino, confiando en que Dios todo lo puede.
Agradezco la oportunidad de escribir por primera vez una historia, corta pero sentida, en la realidad de muchos y la solución de pocos en no creer y sentir que el amor de Dios en nuestras vidas es capaz de cambiar nuestro mundo.
Gracias por leerme.
Espero que mis amigos @felixgarciap y @oroncio28 también se animen