En la Alfombra Magica

Sin cinturón de seguridad volando con Verne, Salgari o Asimov


Ayer por casualidad me tropecé con Lobsang Rampa en uno de sus libros que no había leído y sentí cierta pena, cuando no aprecie la misma inquietud de mis recuerdos, la operación para abrir el tercer ojo o los torneos de cometas tripuladas en los cielos del Himalaya.
Los años pasan y las ilusiones con ellos. Nuevas maravillas que encontrar precisan emprender el vuelo por cielos inéditos, tal vez no escritos siquiera. Nuevos Ulises, indómitos piratas no malayos o robots con alma inalámbrica al mando de una nave galáctica o un artilugio interdimensional donde encontrarnos con otros yo y un Juan Salvador, sin alas en una playa de cristal, sin olas, sin espuma.
Explorador del infinito a velocidad lumínica sin perder el momento y apreciar el instante, el detalle singular de una nube viajando movida por un viento invisible que se la lleva ligera al amanecer y la trae cargada y oscura antes de anochecer, si el clima en capricho la hace caer en fina lluvia o torrencial aguacero, ya no vuelo y la alfombra se vuelve manta para en un viaje nocturno, volando con instrumentos hasta encontrar el resplandor de una pista donde sin sobresaltos aterrizar ¿Qué ciudad, qué continente? Acaso otro planeta, por el gris de la penumbra, no adivino el color del suelo, tampoco hay letreros, ni altavoces bilingües dando la bienvenida.

No hay aduana ni frontera entre el sueño y la ensoñación, si acaso una mejor conexión con la conciencia.
Nunca soñé con mariposas Zen ni fontanas en el corazón, a veces corro perseguido por perros feroces y otras subo o bajo por escaleras imposibles a la arquitectura y en ocasiones viajo en autobús, que lo quisiera tener Harry Potter, en un instante cruza océanos y tiene la parada en la sala o en el patio.
No alcanzo a reunir suficientes detalles de las nocturnas escapadas y la inventiva no alcanza para un cuento original.
Una vez soñé con un sabio, que nada me dijo y se escapó con su secretaria, y que a dar una conferencia en algún paraninfo imaginario de la universidad astral, como se marcharon en limusina, no los pude seguir incapaz de soñar un vehículo apropiado ¿Necesito licencia de conducir en el país de los sueños? Por una razón desconocida no me atrevo a volar y en ocasión de iniciar el sueño, siento que caigo y despierto de un brinco, lo cual da la razón a la física y el movimiento molecular es a satos y no lineal.

Desde la cuna de las teorías, que ni Newton negó, aunque sea un bulo, la historia del sueño a la sombra de un manzano que lo despertó a la imparcial ley de la gravedad, a la que escapan pájaros y aviones sostenidos en alegatos superiores de la aeronáutica, algo parecido a lo sucedido con los barcos en el agua, que en principio fueron de madera, pero ahora de hierro en su mayoría y hasta algunos surcaron el mar con cascarón de cemento.

Espero haberte entretenido con la narración, las fotos tomadas en mi casa y el cielo visto desde mi patio a través de cámara de la laptop fire HD 8.

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