Divagaciones | Incertidumbre

Buenos días.

Se cierra el mes de noviembre y diciembre está aquí.
Promete ser movido y por más fe que pongo en que lo que sucede, es siempre lo mejor. Las dudas asaltan, vientos turbulentos soplan. Anuncian cambios profundos, los poderosos preparan las naves para el gran reseteo, mientras grandes y chicos se alistan a lanzarse en las aguas revueltas, por ver lo que pescan.

Desde ya me dispongo a no alejarme de casa y ver a distancia los toros y trapos rojos desde la barrera. Trabajo hay y es mejor que mirar las musarañas, además, siempre hay mañana, pero se construye hoy.

Jabonero a sus jabones y escribidor de cuentos a entretejer historias de lo que es y no, de lo que fue talvez, del incierto mañana que igual que oscurece, se aclara.

He leído que se murió un gran prestigitador de la escena mundial. Llego a los 100 años incansable metiendo la cucharada en todos los platos de occidente y oriente. La memoria me trae una respuesta suya a un periodista que le pregunto: Cuáles son sus aspiraciones, puesto que Usted no puede ser Presidente, y él, muy calmadamente, respondió: Nada hay en la constitución que me impida servir como Emperador.

Ahora me pregunto yo si acaso no lo consiguió. No de imperio como los de antes, ni siquiera de los de ahora.
Emperador en la sombra al estilo de la Serenísima República de Venecia en tiempos de Felipe segundo, cuando su nobleza elegía al Rey y lo llamaban el Dux, el senado de nobles patricios era conocido como el consejo de los D, quinientos, pero el verdadero poder lo ejercía el consejo de los X, diez.
Una policía secreta de hombres de negro, hacía temblar a cualquiera con solo mostrarle la X bordada en el pecho de su camisa oculta bajo la chaqueta, que habrían cuando querían ejercer la autoridad.
El León de San Marcos, símbolo de Venecia en la plaza de la catedral, servía de buzón donde los ciudadanos depositaban denuncias anónimas, que tras una investigación podían dar con los huesos de cualquier cristiano, judío o musulmán en los sótanos de una cárcel oscura, en la que se entraba fácil, pero salir era otra cosa.
Fuente “Pax Tibi Marce Evangelista meus”

Paz a ti, Marco mi Evangelista. Sería la traducción del latín al español del grabado bajo la garra del león.

El juego es el mismo, hoy que hace 500 años. Los nombres cambian y las banderas igual, pero siguen jugando a lo mismo.
Inclusive algunos jugadores visten los mismos ropajes.

Como ya es hora de otros menesteres, me despido con mis mejores deseos para todos nosotros y será.

Hasta mañana.

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