Pasaron la tarde con su madre y terminamos el día con pizza casera y peli. La verdad es que fue un gran día. Posteriormente fin de semana en familia para llegar a la despedida el domingo.
La siguiente semana, la pasada a este escrito, fue la última de mis vacaciones. Volví a ver a Ámbar el martes y el jueves, por las mañanas como es habitual. El primer día desayunamos juntos en nuestro municipio, compartiendo un rato súper agradable. El jueves ya quedamos directamente en casa.
En esa ocasión el sorprendido fui yo. Me regaló un libro del que habíamos hablando anteriormente: “Lecciones sobre la vida del monje que vendió su ferrari”, Robin Sharma. Me había dicho que lo tenía en sus lecturas pendientes después de leer “El monje que vendió su ferrari”. Quedamos en que me lo pasaría una vez lo terminara pero ha llegado antes en forma de regalo. Como no el libro traía una dedicatoria:
“Para ti:
Que compartes el amor por la lectura, no podía dejar de regalarte en estas fechas un libro que sé que te gustará.
Espero que lo disfrutes tanto como yo y que te haga la misma ilusión que me hizo a mi al escogerlo para ti.
Gracias por todos los momentos compartidos, por las buenas energías, por las risas,…
Ojalá sigamos coleccionando momentos este nuevo años.
¡Disfrútalo!
Ámbar 11/01/2021”
La verdad es que no lo esperaba, matizo, esperaba algún detalle por su parte pero no ese. Nos empezamos a conocer y, más o menos, es como yo en ese sentido. También me regaló una manopla de horno con la inscripción “Lo mejor de esta cocina es el cocinero”. Al parecer la vio y automáticamente pensó en mi. Creo que me va bien jeje. La realidad es que el verdadero regalo es que pensara en mi.
Las tardes con las niñas transcurrieron dentro de la rutina escolar, con nuestros ratitos de ocio y el resto de días dedicados a la casa y a mi.
Por fin el viernes me incorporé al trabajo cubriendo el turno de tarde. Aproveché esa mañana para realizar una ruta que me había recomendado Asunta, el Barranco del Berriel, complentamente desconocido para mi.
Las niñas están por llegar, pasarán la tarde con su madre, luego continúo…
22:49. Asunta me recomendó la ruta y, después de intentarla evalualar online, quedamos en que iría a darle un ojo al sendero y, si bajaba algún día con las niñas, la avisaría ya que ella también la quería hacer con las suyas.
La ruta está muy bien sobre todo si, como ese día, corre agua por su interior. Disfruté mucho el paseo e incluso pude darme un baño en una de las charcas, me sorprendió mucho por su profundidad.
Tarde de trabajo y fin de semana muy tranquilo. Ámbar estaba con su hija y la situación actual, con la pandemia, tampoco invita a ninguna actividad en grupo.
La noche del sábado volví a compartir conversación con Asunta, comenzamos hablando de la ruta que he indicado y de su estado de salud. Terminamos en nuestra tónica, con alguna indirecta por su parte y, en esta ocasión, yo sin segirle el juego pero tampoco deteniéndolo.
Este lunes, con las niñas ya en casa, reconozco que he sido yo quien la ha buscado y, tengo que reconocerlo, ya antes de enviarle el mensaje me estaba preguntando si era correcto lo que estaba a punto de iniciar. Finalmente reculé ante uno de sus comentarios:
—Tienes devolución?
—Peor, según el caso me voy por mi propio pie. —respondí.
— Bueno vale….
Yo ya no respondí más y ahí terminó la conversación. No hemos vuelto a intercambiar palabra. Sí nos hemos cruzado varias veces por el barrio en la mañana.
¿Qué ha ocurrido? Me gusta Ámbar, estoy muy bien con ella, hemos conectado y es muy bonito pero también me gusta Asunta.
Creo que Asunta tiene mucho por solucionar, que continúa luchando con la misma situación que la vez anterior. Lo sabía, la realidad es que le pregunté al respecto en una de nuestras conversaciones y ella me lo confirmó.
Aunque mi sensación es de que se ha aproximado no quiero “que me líe” la cabeza. No ahora que estoy tan bien, no ahora que ella está en un momento parecido al anterior. Quiero continuar el camino con Ámbar.
Esta semana he quedado con ella dos días, el primero ha sido hoy, durante la mañana. Hemos compartido desayuno y posteriormente me ha tocado masaje continuando luego sin ropa. No voy a entrar en detalles pero nos acoplamos muy bien, cada vez logramos ajustarnos un poco más.
Mañana pasaré la mañana con mis hermanos, teóricamente, y el viernes lo volveré a pasar con ella. Deseo como mínimo repetir lo de hoy. De esta forma han transcurrido estos días y así es como espero que finalice la semana.
¿Cómo estoy? Bien, pero con un punto de intranquilidad que nace y muere en Asunta. Sólo yo soy dueño de mis actos, eso es lo que me repito. Sé que no es opción pero reconozco que, ante lo que he interpretado como un acercamiento por su parte, he dudado.
No es opción porque yo estoy iniciando algo con otra persona, algo que me gusta. Es cierto que Ámbar, como cualquier otra persona, tiene cosas que no me gustan. A día de hoy y con la objetividad con la que intento mirar a todo el mundo es así. También es cierto es que intento no juzgar, cada uno es como es y ella tiene otras muchas cosas que sí me gustan y hacen que continué con ella.
Creo que a Asunta la idealicé en su día y continúo con esa imagen. No es perfecta y lo sé pero ese pensamiento que tuve con ella: “ambos podemos ser muy importantes en la vida del otro” continúa ahí. Ahora lo intento reconducir e implantar en el sentido de amigos.
No espero cambios por el momento. No voy a fomentar ni permitir ningún acercamiento en un sentido diferente al de la amistad. No lo creo, ya que es mi vida privada, pero puede que esto último pase por un “estoy conociendo a alguien” si vuelvo a percibir un acercamiento en sentido “no amigos”. Sinceramente no la veo “buscando” y lo agradezco. Por otro lado también existe la posibilidad de que se entere por terceras personas al ser un barrio muy pequeño. Ámbar y yo no nos escondemos, es privado pero no secreto.
Esto me recuerda que hoy, mientras buscábamos cafetería para desayunar, he visto a mi madre trabajando. Por supuesto me he acercado a saludarla y he hablado con ella durante unos minutos. Ámbar se mantuvo a una distancia prudencial. No estoy por presentarla en familia, todavía no, pero es cierto que todos en casa saben de ella y ahora mi madre ya le puede poner cara.
Las niñas descansan y yo me voy a dormir. Creo que poner por escrito lo de Asunta me ha ayudado a reafirmar mis ideás y decisiones al respecto. De verdad creo que eludía escribir ya que no quería reconocer que había dudado. Es algo que no saben ni mis hermanos. Mañana los pondré al día sobre lo que me ha ocurrido.
Le doy un ojo a las niñas y a la cama. Buenas noches amores míos, descansen. Las quiero mucho.
P.D. He iniciado la publicación de este blog en Peakd, dentro de la plataforma de Hive, hace varias semanas.
P.D. 2: Espero no tardar mucho en volver a escribir.