Música para escribir

Casi en todas las ocasiones en las que escribo escucho música, es como un acicate, un catalizador que necesito para poder procesar los pensamientos, poder llevarlos a palabras comprensibles, es lo que me da ese impulso para concentrarme completamente, me ayuda a retroceder y avanzar sin hastiarme, o cansarme. Me acostumbre tanto que se me hace bastante extraño escribir sin estar escuchando una melodía. En ocasiones simplemente busco una que este a tono con mis emociones en ese momento, o que me ayude por así decirlo a proseguir, es como si la música me dijera quedamente: continua, estoy aquí, no estás sola.

He leído muchas veces que la música es como una droga poderosa, estimula ciertas partes de nuestro cerebro, lo anima, lo deprime, lo sostiene.

Creo que la mayoría de las personas subestima el poder de la música, decía Platón: “La música educa, se inserta en el alma”.

¿Cuántas veces he sentido que la vida es tan dura, que parece que no tengo fuerzas? Y entonces recuerdo, ¡ah la música! Una canción, una melodía que acuna el alma y la arrulla calma esa tempestad interior y la convierte en primavera, en flores de colores, en un abrazo tibio que recuerda que eres parte de lo que te rodea… que estas unido y no separado.

Cuando no puedo, cuando los días se levantan como cimas inalcanzables, la música me hace creer que las alas saldrán, que ella me envolverá, y así podre poco a poco un paso a la vez, avanzar.