EL PODER DE LAS PALABRAS

Hola a todos en GEMS, soy @emimoron hoy quiero compartir con ustedes una reflexión desde mi experiencia como licenciada en Letras con 18 años de carrera profesional en el área de la lingüística y la neurolingüística, lo que a continuación voy a contarles está directamente relacionado con el poder que tienen las palabras en nuestra existencia. Muchas personas van por la vida sin medir sus palabras o tener cuidado de la forma en la cual se expresan; esto no tiene nada que ver con el uso de un vocabulario refinado, muy culto o uno coloquial, ni siquiera con el uso de buenas o malas palabras como nos decían nuestros padres, pues en la lingüística no hay buenas o malas palabras, hay palabras que psicológicamente nos marcan positiva o negativamente.

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Fuente:freepik.es

Hay quienes ni siquiera se detienen a valorar las frases con las cuales se expresan de otros o de ellos mismos, porque les digo mis amigos, si alguien les dice que les dijo algo sin pensarlo los está engañando, todo absolutamente todo lo que decimos pasa antes por el filtro de nuestra mente, un famoso lingüista Ferdinand De Saussure, considerado el padre de la lingüística moderna, decía que nuestro pensamiento es una masa amorfa y, es el lenguaje quien le da forma y a través del cual exteriorizamos todo lo que llevamos dentro; recordando que en este sentido se puede hablar de comunicación a través de los signos y símbolos que conforman la lengua de señas así como en su manifestación oral y escrita.

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Pero bien lo que nos atañe en esta oportunidad y, lo cual he denominado el centro de este artículo tiene que ver con la forma en la que diariamente nos expresamos ya sea de nosotros mismos o de las demás personas e incluso de la forma en la que permitimos que se nos hable. Si desde el inicio de nuestro día comenzamos con frases negativas como:

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“Hoy será un mal día porque amaneció nublado”.
“No tengo ganas de hacer nada”.
“No soy bueno para hacer estas cosas”.
“No tengo lo que se necesita para hacer este trabajo”.
“Soy mediocre, feo, gordo, chiquito, sin chiste…” y pare usted de contar.
“Soy tan fea” “Estoy muy gorda y nada me queda bien”.
“Parezco un verdadero desastre”.
“Que triste es mi vida”.
“Nunca voy a encontrar a mi pareja ideal”.
“Jamás lograré salir de esta situación”.
“Nunca podré salir de la pobreza”.
“Mi vida no tiene sentido”.

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Y mis estimados lectores estoy segura que la lista es muy larga y que tanto ustedes como yo tendrán su propia lista de frases que al repetirlas unas y otra vez terminan por crearnos un enorme peso que nos lleva de cara contra el piso, porque desde niños nos hemos topado con personas que lo único que conocieron fueron las palabras con el poder de hacernos daño, no se trata de ser realista, porque estoy segura que algunos pensaran en esas frases y dirán ¿pero si es la verdad debo maquillarla? pues déjenme decirle que hablando en negativo nadie se ha hecho más fuerte por el contrario, sólo han logrado que en la actualidad nuestros miedos y frustraciones se anclen en lo más profundo de nuestra mente. Nada tiene que ver con ser realista, porque puedes decirle a alguien, incluso a ti mismo las cosas como son desde la amabilidad y con el uso del refuerzo positivo.

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Estudios en programación neurolingüística han comprobado que si desde muy pequeños le decimos a los niños “tú no puedes hacer esto o aquello” él lo va a fijar en su mente con una orden negativa que al pasar de los años ira reforzando, claro siendo conscientes los adultos lo que un niño puede procesar según su edad y la información que se le transmita, pero por ejemplo casos donde se les dice a los niños “tú no puedes caminar sólo porque eres muy pequeño” y continuamos en esa tónica hasta que nos damos cuenta que al niño le ha tomado el doble del tiempo que a otros en caminar y no sabemos ¿por qué?, será porque las ordenes que envías a su recién estrenado cerebro son con un NO al inicio, esa frase en forma positiva sería “Tú vas a caminar solo, pero mientras lo haces te voy a llevar de la mano”.

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Cambiar nuestra forma de hablar y de dirigirnos a todos, incluyendo a nosotros mismos es un proceso de transformación que nos va a beneficiar, debido a que, desde lo positivo vamos construyendo una sociedad que es capaz de respetar las diferencias, de entablar diálogos y conversaciones donde no se tiene porque insultar o vejar al otro por medio de las palabras. La marca psicológica y sentimental que dejan las palabras en la vida de las personas son huellas imborrables que pueden ocasionar hasta la destrucción del ser.
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