Tenía mis manos y pies atados, mi boca censurada queriendo gritar que yo estaba aquí, transportándome a algún lugar desconocido en el maletero del auto.
Podía escuchar de lejos lo que decían, casi en eco por el ruido del motor y la música encendida, sonaban despiadados y eso me aterraba.
No veo el sol desde hace 10 días, ni sorbos de agua ni migajas de comida, ya me falta el aire y mi corazón está latiendo lento dentro de mi pecho, aun cuando estoy sintiendo que voy a morir aquí, maniatada, con unas cuántas lágrimas que caen alrededor de mis ojos en plena oscuridad.
¿Por qué a mí? si yo solo caminaba, miraba los vidriales en las tiendas de aquella calle desolada. Me falta el aire y ya nadie me escucha.