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La balada de Roland

Cuenta la historia que el pequeño Roland, era uno de los hijos del rey Arturo; contaba con dos hermanos mayores y una bella hermana, llamada Elena.

Un día, en Carlisle, mientras los cuatro jugaban a la pelota Roland dio a ésta un puntapié tan fuerte que la hizo volar por encima de la iglesia.
Elena fue a buscarla, pero no volvió. Los hermanos recorrieron Carlisle de una parte a otra, pero como no la pudieron hallar, el hermano mayor fue a visitar al famoso mago Merlín y le preguntó si sabía dónde estaba su hermana.
-La bella Elena ha sido raptada por las hadas -dijo Merlín-. Se encuentra ahora en el castillo del rey de Trasgolandia y no existe un caballero que pueda liberarla.

A pesar de las pocas posibilidades de ello, los dos hermanos mayores decidieron valerosamente rescatar a su hermana y después de recibir sabios consejos de Merlín, marcharon a intentar su peligrosa cruzada,

pero tampoco regresaron.
El peqeño Roland fue entonces a la cueva de Merlín y le rogó a este que le prestara su ayuda y le diera sus sabios consejos, porque él también estaba decidido a arriesgar su vida para hallar a su bella hermana. El mago le indicó cómo podría llegar al país de las hadas pero le advirtiò:

-cuando hayas llegado allí, acuérdate de que no has de comer ni beber absolutamente nada, porque de ello exclusivamente depende el éxito de tu empresa.

Al llegar al país de las hadas. Roland viò a un pastor que estaba al servicio de éstas y le preguntó:

-¿puedes indicarme dónde está el castillo del rey de Trasgolandia?

-No -contestó el pastor-, pero a alguna distancia de aquí encontraras a un compañero mío y tal vez te podrá indicar el lugar por el que preguntas.
Al llegar a donde estaba el otro pastor, Roland le hizo la misma pregunta, y el interpelado le dijo que podría adquirir noticias de lo que preguntaba de una mujer que a cierta distancia en el valle se dedicaba al cuidado de gran número de gallinas.

-Sigue adelante -dijo la buena mujer cuando el niño le preguntó- hasta que llegues a una colina verde, rodeada de terrazas, desde la cima a la base. Es preciso que des tres vueltas a su alrededor, en dirección contraria a la carrera del Sol, diciendo al mismo tiempo: “Ábrete puerta y déjame entrar”, y la puerta se abrirá.

El niño siguió las instrucciones que le diera la buena mujer y por fin viò que en la verde colina se abría una puerta, que se cerró tras él en cuanto hubo pasado el umbral. Entonces, se halló en un pasaje que conducía al palacio del rey de Trasgolandia.
Llegó a una sala inmensa, cuya bóveda estaba sostenida por columnas de oro y plata y por arcos de diamantes colgada de una cadena de oro en el centro de la bóveda, había una candelabro que alumbraba la sala con radiante luz. Por todas partes centelleaban rubíes y esmeraldas y en un extremo del salón estaba sentada Elena, bajo un gran dosel, peinando su cabello con un peine de plata.

-Vete, Roland -le gritó- vete, porque, aùn cuando tuvieras cien mil vidas, no podrías rescatarme del poder del rey de Trasgolandia.

Luego, al observar que el niño estaba hambriento y cansado, le dio un tazón de oro lleno de aromática leche y un panecillo delicioso y blanco como la nieve.
Pero cuando Rolando llevaba el tazón a sus labios, recordó que si probaba alimentos propios de las hadas, no volvería a ver la luz del sol.

-No quiero comer ni beber -exclamó vaciando la taza en el suelo- hasta que consiga verte libre.
Entonces resonó un trueno y apareció en la sala el rey de Trasgolandia, mirando furiosamente a su alrededor.
-¡Si yo puedo agarrarte vivo, te mataré! -rugió dirigiéndose al niño.
Éste, desenvainó la espada encantada de su padre, llamada Excalibur

y se precipitó hacia el rey. Batiéronse los dos ferozmente durante algún tiempo; y por fin, Roland consiguió herir al rey, que cayó al suelo.

-No me mates! -gritó éste-. Si me perdonas pondré en libertad a tu hermana y también a tus hermanos y, además, prometo formalmente no hacerles ningún daño.

Roland accedió alegremente a ello, y así pudo regresar triunfalmente a Carlisle junto con sus tres hermanos, donde vivieron contentos y felices.

Creditos:
1-Mi adaptacion al cuento "la balada de rolando"- El tesoro de la juventud- Vol 18. 5 edicion año1968.
2-imagenes libres de derechos de autor, cortesia banco de imagenes istockphoto".

los votos positivos se agradecen ja..

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