Los dias pasan y mis pensamientos juegan entre la esperanza de que volvamos a ser normales, pero también al acecho de las tristezas y los miedos, fantasmas que siempre están presentes durante cualquier crisis existencial de la humanidad...

Un virus nos paralizó, quizas para que nos detuviéramos a pensar, a temer y a darnos cuenta de lo frágiles y débiles que somos desde nuestra esencia. Se nos olvidaron muchas cosas con la prisa y el afán de recorrer la vida y ser los primeros en todo.

Le dimos tanto valor a lo material y a lo banal, descuidamos cosas tan simples como el agradecer todo lo que tenemos y nos fué dado sin pedirnos nada a cambio.

Perdimos tanto tiempo queriendo acumular lujos, riquezas, cosas materiales, y ahora, ¿de que nos sirven?. Seguimos encerrados y no solo por el virus, también por la estupidez humana de algunos queriendo tener poder y demostrarlo aún en tiempos como los actuales.

En mi pais hay muchos otros problemas aparte de la enfermedad que trae consigo la posibilidad de la muerte, hay problemas no solo de índole económico, hay muchos sentimientos negativos en la mente y el corazón de quienes nos dirigen. Estos son los instantes en que la tristeza quiere entrar y toca a mi puerta, sin embargo, siempre brilla la esperanza y trae tranquilidad a mi alma.

Cosas como un atardecer, un cielo multicolor que nos regala tonalidades más bellas que una acuarela, y no nos pide nada a cambio. La flor que crece silvestre entre la maleza y se abre paso para decir: aquí estoy con mis colores, está gritando lo maravillosa que sigue siendo la vida.

La sonrisa de mi hijo, su abrazo cálido que me conforta y me hace sentir que todo va a mejorar mientras estemos juntos. Las lágrimas vienen a mis ojos en este pedazo de párrafo, no lo puedo evitar, somos tan frágiles y a la vez tan fuertes en situaciones difíciles, esa es la mejor cualidad humana.

Quiero soñar con las cosas lindas que me dan fuerza para seguir adelante. Sigo extrañando a mi familia, le pido a Dios que estos dias pasen pronto y tengamos un nuevo renacer. Sí, un renacer pero no solo de normalidad, no, un renacer de almas y sentimientos, de ser más empáticos y amables con lo que nos rodea.

La vida es un suspiro, y como viene, se va. Sepamos aprovechar cada momento, no importa que en instantes caigamos en la tristeza, eso es normal en momentos como estos, somos humanos y esa cualidad de ponernos tristes, puede llegar a ser, si sabemos controlarlo, una fortaleza.

Caigamos, es normal, pero no nos quedemos allí en el piso, sepamos levantarnos y cuando sea otro el que caiga, seamos solidarios y ofrezcámozle nuestra mano para ayudarlo a levantar y seguir. Siempre hay una nueva oportunidad, siempre hay posibilidades, no todo puede ser malo.