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En una aldea africana ubicada al norte de Zimbabue, unos niños jugaban alrededor del tronco de un árbol con forma irregular que estaba tirado y reseco en el suelo. Llevaban en sus manos pedazos de madera y palos que usaban como si fueran herramientas de cacería dentro de sus juegos. Uno de esos niños que se hacía pasar como el mejor de los cazadores de elefantes, colgaba en su pecho un Dije de marfil con incrustaciones de cristales multicolores.
El niño desconocía el origen de dicho Dije, solo sabía que era muy antiguo y que su abuelo lo cargaba desde niño. También que su abuelo ya anciano, se lo pasó a su padre y éste se lo había regalado ahora a él. Pero lo que el niño no sabia era que el Dije era mucho más antiguo aún.
Alika, así era el nombre del niño. Dentro del juego con sus amigos era el más poderoso, porque gracias a ese Dije, según él, había matado al más grande de los elefantes del mundo y lo había traído como trofeo a la aldea, y era; ese tronco que estaba en el suelo y en donde él estaba parado dando un discurso como si fuese un rey, a lo que los demás niños lo alababan.
El anciano jefe de la aldea que miraba con inquietud el juego de los infantes, se le acercó a Alika cuando este terminó de decir su discurso de héroe, le colocó la mano en el hombro y le susurró unas palabras al oído y éste bajo del tronco. El anciano sentó a todos los niños alrededor del mismo y comenzó a relatarles una leyenda, a lo que a los niños, incluyendo a Alika, empezaron a escuchar con detenimiento y respeto.
Hace mucho, mucho tiempo cuando nuestros ancestros llegaron a las llanuras de estas tierras, vivió un hombre cuyo nombre fue Aka, que le hacía honor a su nombre porque este lleva como significado buen cazador. Aka era el más ágil y experto cazador que jamás ha existido en nuestra tribu. No había ningún animal sobre estas tierras que él no supiera cazar. Aka, no solo poseía esta asombrosa habilidad, sino que también era un gran artesano y elaboraba con las pieles de los animales que mataba: bisuterías y vestimentas de gran calidad.
Una de las cosas que más le gustaba crear, eran Dijes de marfil a los que tallaba con mucho cuidado y les daba forma de elefantes; los decoraba con piedras brillantes de diferentes colores; entonces con estos Dijes tenía decorado todas las paredes de su choza, también llevaba en su cuello el más hermoso de los Dije que había hecho.
Aka, realmente amaba hacer estas prendas, pero para poder elaborar estos objetos tenía que usar la mayor de las virtudes que poseía: la del cazador. Y por eso todos los días salía en busca de los elefantes con los colmillos más grandes para poder cazarlos y extraer la principal materia prima para sus prendas.
Una mañana, Aka salió bien temprano y se internó en la selva en busca de elefantes, pues había pasado mucho tiempo sin poder divisar uno y el que estaba observando a lo lejos, era el ejemplar perfecto y no podía dejar pasar esa oportunidad. Así que agarró una de sus lanzas con la punta más afilada que llevaba y la humedeció con un aceite venenoso muy potente que había creado y especial para dar muerte al elefante más grande de la selva.
Salió corriendo hacia donde estaba el mamífero y lo apuntó con lanza, pero antes de que este pudiera lanzarla, el enorme elefante detectó su presencia y empezó a huir de él. El Joven Aka, inició una persecución por la selva intentando darle caza, pero el elefante fue más astuto y a pesar de su enorme tamaño se escabulló entre los árboles y la maleza. Pero eso, no fue suficiente para escaparse del mejor de los cazadores. El elefante siguió corriendo y Aka siguió tras él. En un instante, como por arte de magia, el Dije que colgaba de su pecho empezó a parpadear mientras se mecía con el vaivén de sus zancadas al correr.
La respiración de Aka empezó a tornarse agitada, mientras corría. Su mirada se hizo más opaca y su cuerpo lo sentía más pesado de lo normal. Cada vez era mayor el esfuerzo que hacía para mover los músculos de sus piernas pero aun así continuaba. El Elefante que había tenido en frente se había perdido de su campo de visión, así que mientras corría intentaba mover su cabeza hacia los lados buscando al elefante; pero también la sentía pesada, así que decidió mirar hacia atrás y se vio a él mismo apuntándose con la lanza.
Siguió corriendo mientras intentaba ordenar sus pensamientos, no podía entender lo que estaba pasando. Mientras corría divisó lo que lo sacó de dudas. Sus pies se habían convertido en patas, su cuerpo era más pesado y su nariz; ya no era una nariz, era una trompa. Pasó de ser el cazador a ser el perseguido. Así que siguió corriendo y moviendo su cuerpo lo más rápido que podía mientras el susto y la desesperación se apoderaban de él, y se internó en la profundidad del bosque. Mientras lo hacía, pudo ver como su perseguidor que hace pocos instantes era el mismo, fue atrapado en una de las trampas en la que debió haber caído él y murió.
Aka, convertido ya en elefante, regresó al sitio de la trampa donde cayó su antiguo cuerpo de hombre, y el Dije de marfil y cristales que una vez colgó de su cuello, flotó por el aire y se fusionó en sus nuevos colmillos.
Al culminar la historia, el viejo líder de la tribu les explicó como moraleja a los niños, que los elefantes son los animales con el alma más parecida a la de los humanos, resaltando su sabiduría y fortaleza; motivandolos a respetarlos, amarlos y cuidarlos, ya que los elefantes habían habitado esas tierras desde mucho antes que ellos y que siempre formarán parte de su familia porque dentro de cada elefante está el espíritu de Aka que los protege.
A partir de ese momento Alika entendió que dentro de cada persona habita el alma de un elefante y dentro de cada elefante habita el alma de una persona. Y al crecer se convirtió en uno de los más grandes protectores, lleno de fortaleza y colmado de amor hacía la fauna silvestre y en especial con estos sabios y grandes animales.
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In an African village in northern Zimbabwe, children were playing around the trunk of an irregularly shaped tree lying parched on the ground. They carried in their hands pieces of wood and sticks that they used as hunting tools in their games. One of these children, who passed himself off as the best of the elephant hunters, hung on his chest an ivory amulet inlaid with multicolored crystals.
The boy did not know the origin of this amulet, he only knew that it was very old and that his grandfather had carried it since he was a child. He also knew that his grandfather, now an old man, had passed it on to his father, who had now given it to him. But what the boy did not know was that the amulet was much older still.
Alika, that was the boy's name. Within the game with his friends he was the most powerful, because thanks to that amulet, according to him, he had killed the biggest elephant in the world and had brought it as a trophy to the village, and it was; that trunk that was on the ground and where he was standing giving a speech as if he were a king, to which the other children praised him.
The old chief of the village, who was watching the children's game with concern, approached Alika when he finished his hero's speech, put his hand on his shoulder and whispered a few words in his ear and he came down from the log. The old man sat all the children around him and began to tell them a legend, to which the children, including Alika, began to listen carefully and respectfully.
Long, long ago when our ancestors came to the plains of these lands, there lived a man whose name was Aka, who lived up to his name because it means good hunter. Aka was the most agile and expert hunter that ever existed in our tribe. There was no animal on these lands that he did not know how to hunt. Aka, not only possessed this amazing ability, but he was also a great craftsman and made with the skins of the animals he killed: jewelry and clothing of great quality.
One of the things he liked to create the most, were ivory amulets which he carved with great care and gave them the shape of elephants; he decorated them with bright stones of different colors; then with these amulets he had decorated all the walls of his hut, he also wore on his neck the most beautiful of the amulets he had made.
Aka, really loved to make these garments, but to be able to elaborate these objects he had to use the greatest virtue he possessed: that of the hunter. And so every day he went out in search of the elephants with the biggest tusks to hunt them and extract the main raw material for his garments.
One morning, Aka went out early in the morning and went into the jungle in search of elephants, because it had been a long time since he had been able to spot one and the one he was watching in the distance was the perfect specimen and he could not miss that opportunity. So he grabbed one of his spears with the sharpest point he carried and moistened it with a very potent poisonous oil he had created especially to kill the largest elephant in the jungle.
He ran to the mammal and pointed his spear at it, but before he could throw it, the huge elephant detected his presence and began to run away from him. Young Aka began a chase through the jungle trying to hunt him down, but the elephant was more cunning and despite its enormous size, it slipped through the trees and undergrowth. But that was not enough to escape from the best of the hunters. The elephant kept running and Aka followed after him. In an instant, as if by magic, the amulet hanging from his chest began to flicker as it swayed with the sway of his running stride.
Aka's breathing began to become agitated, as she ran. His eyes became duller and his body felt heavier than usual. She was making more and more effort to move her leg muscles but still she kept going. The Elephant in front of him was out of his field of vision, so as he ran he tried to move his head sideways looking for the elephant; but it too felt heavy, so he decided to look back and saw himself pointing the spear at himself.
He kept running while trying to sort out his thoughts, he couldn't understand what was going on. As he ran he spotted what snapped him out of his doubts. His feet had turned into paws, his body was heavier and his nose; it was no longer a nose, it was a horn. He went from being the hunter to being the hunted. So he kept running and moving his body as fast as he could while fright and desperation took over, and he went deep into the forest. As he did so, he could see how his pursuer, who a few moments ago was himself, was caught in one of the traps he must have fallen into and died.
Aka, now an elephant, returned to the site of the trap where his old man's body fell, and the amulet of ivory and crystals that once hung around his neck floated through the air and fused into his new tusks.
At the end of the story, the old leader of the tribe explained as a moral to the children, that elephants are the animals with the most similar soul to humans, highlighting their wisdom and strength; motivating them to respect, love and care for them, since elephants had inhabited these lands long before them and that they will always be part of their family because inside each elephant is the spirit of Aka that protects them.
From that moment on Alika understood that inside every person dwells the soul of an elephant and inside every elephant dwells the soul of a person. And as he grew up he became one of the greatest protectors, full of strength and filled with love for wildlife and especially for these wise and great animals.
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Este relato es ficticio y es mi entrada al Reto Hispaliterario 7, motivado para homenajear el Día Mundial del Elefante celebrado cada 12 de agosto desde el año 2012. Quiero resaltar que formamos parte de un todo donde el planeta tierra nos brinda hospedaje a todos los seres vivos que aquí habitamos, entonces soy creyente que algún día la humanidad, aprenderá a amar y a respetar la vida de los demás, logrando vivir en armonía, porque después de todo hoy somos seres humanos, pero mañana no sabemos en que nos convertiremos.
Espero que aún este a tiempo de participar en esta iniciativa promovida por los amigos de @hispapro, @celf.magazine, @writingclub y @es-literatos y de todavía haber oportunidad, me gustaría invitar a @janitzearratia y @davidpena21 a que se unan a este reto. Acá el Link.
This story is fictitious and is my entry to the Hispaliterario 7 Challenge, motivated to honor the World Elephant Day celebrated every August 12 since 2012. I want to emphasize that we are part of a whole where the planet earth provides shelter to all living beings that inhabit here, then I am a believer that someday humanity will learn to love and respect the lives of others, managing to live in harmony, because after all today we are human beings, but tomorrow we do not know what we will become.
I hope there is still time to participate in this initiative promoted by the friends of @hispapro, @celf.magazine, @writingclub and @es-literatos and if there is still a chance, I would like to invite @janitzearratia and @davidpena21 to join this challenge. Here is the link to the initiative.
Since English is not my native language, I have used the free version of the translator DeepL for the translation of this post.
The photos present their source, many thanks to the authors. The first photo was edited on the Canva website.
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