En uno de mis blogs anteriores, escribí acerca de que nuestro Dios nos llama a ser instrumento de su ayuda y amor aquí en la tierra. No sé si han notado cuando ocurren situaciones en las que necesitamos ayuda y alguien aparece de la nada y nos brinda esa ayuda. Cuando pienso en las veces que esto me ha sucedido miro al cielo y digo: sé que fuiste tú.

De lo anterior, quiero compartir una de esas situaciones que me han ocurrido.

Quienes me leen tienen conocimiento de que mis hijos y yo hemos tenido altibajos económicos, lamentablemente pasamos por momentos donde no sabíamos si tendríamos para comer. Por mi parte, me vi en la necesidad de vender ropa que ya no usaban mis hijos porque habían crecido, también vender libros usados, y así pasaba los días buscando entre nuestras cosas que más podía vender para poder comprar alimentos.

Pero un día, mi Dios me envió un Ángel terrenal llamado Lisbeth.

Lisbeth es una de las maestras del colegio donde trabajo. Ella siempre se encuentra muy ocupada con sus pequeños estudiantes de Educación Inicial, pero a pesar de ello, este Ángel terrenal dejó de enfocarse por unos minutos en sus ocupaciones, miró a los lados y me vió, se acercó a conversar conmigo y notó que había perdido peso.

Y así fué como este Ángel, se dió a la tarea de ayudarme con comida. Este apoyo me lo brindó durante varios meses hasta que el colegio donde trabajamos comenzó a darnos un pago adicional.

Aún recuerdo el día en que nuevamente mi querida Lisbeth llegó con la bolsa de comida que me regalaba y yo, con lágrimas de agradecimiento en los ojos le dije, amiga querida yo te estaré eternamente agradecida porque esto que has hecho por mis hijos y por mí nunca lo olvidaré, pero gracias a Dios con el pago adicional que nos comenzó a dar el colegio ya estamos mejor, así que si es tu gusto vamos a regalar esta bolsa de comida a otra persona que la esté necesitando. Luego de ello nos abrazamos y hemos mantenido una hermosa amistad.

Es la anterior una de mis historias vividas con esas personas que nuestro Dios usa como instrumento para hacernos llegar su ayuda y amor. También cuando se acercan a conversar y te dan ese consejo que tanto necesitabas. Cuando se acercan a darte un abrazo ... y es que nuestro Dios busca sus maneras.

Es por ello que, nuevamente los invito a aceptar el llamado de nuestro Dios. Seamos instrumentos de Él. Ayudemos en su nombre a cada ser vivo que nos necesite. Sé que Él nos dará los recursos y abrirá los caminos. Por mi parte estoy agradecida con Él cada vez que en su nombre he ayudado a quien necesite.

Y con este llamado me despido hasta una próxima oportunidad. Cuídense siempre. Gracias por estar ahí, acompañandome y regalandome este instante de tu tiempo 🤗. Nos escribimos pronto.