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LIVES - The Collector
I didn't ask him his name. I approached timidly because at first I was struck by the clac-clac of the cans, when he crushed them with his feet. He had rhythm, and the city sounds completed his symphony.
That day I had woken up, as usual, in the midst of silence, disturbed only by the chirping of a bird on the other side of my window, or by my own pasty voice, asking Chanel (my dog) for a morning song.
After stretching out, drinking my coffee, and stretching the moment of leaving the house, as if it were an infinite garter, I closed the front door and walked towards the sun.
I was filled with courage and went to meet public transport. This is not worth telling; The concert on that part of the road was not at all significant, or at least, I did not feel fully connected to that reality.
A while later I was asking for this man's permission to, in a way, do the same as him: collect, but in my case, I would only keep a fragment of life.
I tried not to be invasive, I did it with love, respect and I asked him if he allowed me to contribute something for his workday. He smiled and I think he was happy to share his brief words.
I've been thinking a bit about my city while writing this post. Havana is made of stories. Each person who inhabits it is part of their skin and even the way they breathe.
People embrace it or disown it, but every city, including ours, has a nice way of growing into one. We didn't notice it; However, it gets into our pores, slips through every conduit of life, and makes its name germinate there.
No le pregunté su nombre. Me acerqué tímidamente porque en principio me llamó la atención el clac-clac de las latas, cuando las aplastaba con sus pies. Tenía ritmo, y los sonidos citadinos, completaban su sinfonía.
Ese día yo había despertado, como de costumbre, en medio del silencio, únicamente perturbado por el trinar de un ave, del otro lado de mi ventana, o por mi propia voz, pastosa, pidiéndole a Chanel (mi perrita) un canto mañanero.
Después de desperezarme, beber mi café, y estirar el momento de salir de la casa, como si se tratara de una liga infinita, cerré la puerta de entrada y caminé hacia el sol.
Me llené de valor y fui al encuentro del transporte público. Esto no merece la pena contarlo; el concierto en esa parte del camino no fue para nada significativo, o al menos, no me sentía del todo conectada con esta realidad.
Un rato después estaba solicitando el permiso de este hombre para, de cierto modo, hacer lo mismo que él: recolectar, pero en mi caso, solo me quedaría con un fragmento de vida.
Traté de no ser invasiva, lo hice con cariño, respeto, y le pregunté si me permitía aportar algo para su jornada de trabajo. Sonrió y creo que fue feliz compartiendo sus breves palabras.
He estado pensando un poco en mi ciudad mientras escribía este post. La Habana está hecha de historias. Cada persona que la habita es parte de su piel y hasta de la manera en que respira.
La gente la abraza o reniega de ella, pero todas las ciudades, incluyendo la nuestra, tienen una bonita manera de crecer en uno. No lo notamos; sin embargo, ella se nos va metiendo por los poros, se desliza por cada conducto de vida, y hace que allí germine su nombre.
Camera | Xiaomi 220333QL |
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Location | La Habana, Cuba |
Editing | Wondershare Filmora and Lightroom Classic 2023 |
Resources | Music "Volver a empezar" from Wondershare Filmora - License |