Fusterlandia: El barrio de arte urbano que debes recorrer en un auto antiguo

Fusterlandia en La Habana, así se identifica un singular proyecto creativo que concibió y ha desarrollado a través de algo más de tres decenios el ceramista, dibujante, pintor y grabador José Antonio Rodríguez Fuster. Involucra en la actualidad a más de 80 casas en el barrio de Jaimanitas en el municipio Playa.
Te recomiendo de corazón, si estás en La Habana, la visita obligatoria a este maravilloso lugar en un auto descapotable; para así vivir la experiencia completa en este pequeño pueblo costero al oeste de la capital.
Si te interesa saber un poco más de arte urbano, entonces quédate leyendo este artículo y te aseguramos que querrás dar este inolvidable paseo cuanto antes.

Un poco de historia del Barrio de Jaimanitas
Inicialmente Fuster instaló su casa y taller en la calle 226 de la localidad costera de Jaimanitas, y comenzó con el apoyo de los vecinos a rehacer la imagen del citado barrio. Desde entonces, grandes y coloridos mosaicos y caprichosas esculturas cubren casas y jardines y han transformado esta zona capitalina en una expresión de arte y creatividad.

Fuster recién había llegado de Europa. Fue cuando se instaló en este barrio en una casa pequeña y de madera. Él había apreciado la obra de notables creadores en Barcelona, España y en Bucarest, Rumanía, y quiso hacer algo en el lugar donde había fijado su residencia. Al principio le parecía algo imposible pero mantuvo su empeño.

Señaló que las obras del maestro rumano Constantin Brancusi la Puerta del Beso, la Columna del Infinito y la Mesa del Silencio, le sirvieron de inspiración para tres de sus reinterpretaciones caribeñas: la Puerta de Fuster, la Torre del Gallo y la Mesa de los Cubanos.

Un proyecto que comenzó desde el período especial: En los momentos más grises del Periodo Especial, en el ya lejano pero indeleble 1994, el artista de la plástica cubana José Antonio Rodríguez Fuster (1946) invirtió parte de sus ganancias en cajas y cajas de azulejos. No pretendía enchapar su baño ni la cocina. Su propósito era el de colorear y rellenar con un mundo imaginario y de esperanzas su barrio, en el poblado costero de Jaimanitas, a unos 15 kilómetros al oeste del centro de La Habana.

El también ceramista comenzó por intervenir las paredes de su propio hogar y los muros exteriores. Luego, a pedido de algunos vecinos, saltó a decorar las fachadas de la casa vecina. Luego la de enfrente. La de la esquina. Y hasta el consultorio médico de la zona se convirtió en una obra de arte.
No tardaron en aparecer los detractores que tildaron de “loco” al artista oriundo de Caibarién, en Villa Clara, que se había asentado a estos lares en 1975 luego de mudarse a La Habana para estudiar en la Escuela de Arte. Tampoco faltaron los burócratas y funcionarios para poner palos en la rueda al proyecto.

Mas, nada amilanó al soñador. En la medida que vendía sus pinturas en lienzo y madera y esculturas en pequeño formato, compraba materiales para seguir con su obra comunitaria. De a poco el barrio y las callecitas se llenaron de imágenes con rostros, besos, peces, aves, flores, enamorados, héroes, gallos, cocodrilos con botas, guajiros, banderas, palmas, paisajes, versos, sirenas, pescadores, figuras surrealistas y más.

En la actualidad
La vecindad abrazó la idea y hasta formó parte de la creación. Otros pintores cubanos y extranjeros también llegaron hasta Jaimanitas a plasmar su arte en un mural de mosaicos. Así, colectivamente, con el amor y la dedicación como primicias; con una mirada sincrética como marca, nació y fue creciendo Fusterlandia, como bautizó un periodista estadounidense a esta popular y gigante galería de arte a cielo abierto con entrada libre y gratuita.
El corazón de este universo es la casa/estudio/galería Fuster, una laberíntica edificación de cuatro plantas. Aquí lo onírico salta a la vista en cada rincón. Al visitante no le alcanza la mirada porque se respira arte desde cada pedacito del jardín, por las escaleras, los pasillos, pisos, cuartos, mesas, sillas y hasta la terraza, en lo más alto, desde donde se puede divisar el mar y casi todo el barrio.

En los alrededores, Fusterlandia se extiende por centenares de casas en varias cuadras a la redonda. También alcanza a espacios públicos como parquecitos, esquinas, paradas de ómnibus y murales en paredones antaño desaliñados.
Al recorrer toda esta maravilla salta a la vista una parábola ineludible: Si en Barcelona está el famoso Park Güell, en Jaimanitas está Fusterlandia, donde hay un abrazo y un homenaje de Fuster al genial arquitecto catalán Antonio Gaudí (1852-1926). Tal alegoría se manifiesta en la utilización de mosaicos policromáticos, la creación de un ambiente ecléctico y la funcionalidad social.
Un mundo de color
Visualmente, se trata de una extraña fantasía en colores que se derrama en paradas de autobuses, puertas y fachadas de todo tipo en esta zona de Jamainitas. Desde imágenes religiosas hasta tributos a la Revolución, pasando por imágenes de la naturaleza, cientos de símbolos se suceden en las obras de mosaicos como en un inmenso caleidoscopio.
El barrio, antes descolorido, cobró una nueva dimensión con el impulso del proyecto y hoy es visitado por artistas que encuentran en él su inspiración y viajeros que se deleitan con el increíble paisaje urbano.

Decenas de visitantes de todas partes del mundo llegan cada día hasta Jaimanitas para conocer este hermoso proyecto. Han transcurrido casi 30 años desde que su creador colocó el primer pedacito de azulejo, en aquellos infaustos años de escasez. Y hoy, cuando volvemos a transitar por tiempos aciagos, cuando el día a día implica sobrevivir, Fuster, con 75 años, se las reinventa y no ceja en su empeño de expandir por su barrio arte, mucho arte, que es el más sublime de los alimentos para el alma.
Fusterlandia trascendió las fronteras de la plástica y se convirtió en un proyecto comunitario. A poco de su nacimiento promovió talleres literarios, de pintura, manualidades y hasta campañas medioambientales que se mantienen en la actualidad.
Para los cubanos ha constituido una iniciativa que ha revitalizado toda una comunidad y que se ha convertido en una de las atracciones más singulares que ofrecen hoy las artes visuales en La Habana.

¿Y tú? ¿Te animas a visitar este maravilloso lugar? ¿Ya lo has visitado?
Si es así, cuéntame tu experiencia en los comentarios

Imágenes extraidas de google

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