Concurso de cuentos #fotocuento: Título del cuento. Cuidame al Negro

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[Imagen cortesia de @rahesi]

Mi perro era negro, no como el de la foto, pero si con esa expresión de infinita ternura, si con esa cara de inocencia animal, que se desconcierta en ocasiones por el terror que puede causarle un ser humano. Se fue hace tres días apenas, prefiero pensar que está jugando acompañando a mi mamá a quien él tanto amo, y así la tristeza de su ausencia física se aminora.

Lo traje a casa después de haberlo escogido de una camada de 6 perros sin raza definida de esos que llaman mestizos o sin linaje, ni pedigree. Sus cuatro patas blancas en contraste con su pelaje negro, me hicieron decirle de cariño “botas”, aunque mi mamá he en cuanto le vio lo llamó Negrito, fue un regalo que le di en el 2008, quizás uno de los mejores, le entregaba lo que sería un amor incondicional desde ese primer momento.

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Ella siempre le compró juguetes, cada mes, solo porque decía que le gustaba verlo feliz y jugar. Compañero fiel, le conocía los pasos, la voz, el olor, entraba a la casa y tocaba la puerta de su cuarto para verla, lamerle el rostro e invitarle fuera a jugar, le dije en muchas ocasiones a mi progenitora que no lo dejaba madurar. Todos en casa le amamos.

Hace dos años mi mamá partió, coincidencialmente las últimas palabras que me dijo, aunque yo no sabía que serían las últimas porque luego que marché ella se fue, fueron: me cuidas a Negro. Y eso hice durante estos dos años y tres meses que le sobrevivió. Continúe con su dedicación de jugar, su comida, sus vitaminas y ejercicios, como quien le encargan un tesoro, el tesoro de la última voluntad de mi amada.

Los días posteriores a la partida de mami, el negro estuvo triste, aullaba cual lobo en su ventana, los vecinos comentaron que atemorizaba, alguno se atrevió a decir que inclusive podría estarla viendo. La familia se volcó en atenderlo para que le pasara la tristeza, y él fiel la superó, acompañó a la prole en el duelo viviendo el suyo propio de manera locuaz pero mostrando fortaleza, estuvo dos días sin comer, y no quería hacer su hobby de jugar. Una semana más tarde y en medio de mis lágrimas se acercó con una de sus pelotas en la boca invitándome a divertir.

El pasado lunes 24 me despedí de él, luego de tres días muy malito afectado de una tumoración abdominal, mi perro, mi compañero fiel por 11 años, partía. Le expresé que sabía cuánto me amaba y que no quería irse, pues mostraba una fortaleza impresionante de aferrarse a su vida. Le dije: gracias por estos años de amor sin condiciones, por esta compañía tan cercana, ve a jugar con mami sin este cuerpo que ya te estorba, pero yo no quiero verte morir, voy a dejarte a solas y luego regreso, lo abrace y me alejé.

Quince minutos después regresé, una vez más me demostraba su amor, había partido.

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En homenaje a mi mascota durante 11 años que partió el lunes, no creo en coincidencias, el perro del fotocuento y el mio tienen el mismo corazón tierno y amoroso aunque un color de pelaje diferente.

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