La mayor y verdadera riqueza del ser humano siempre será su hogar y su familia…
En la kabbalah, la esposa también recibe el título de hogar. Lo que quiere decir que un hombre sin su esposa, es un ser desprotegido… Y por eso está escrito: “No es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2:18).
Un hombre sin su esposa, es un hombre sin hogar…
Es el Espíritu de Dios quien puede sustentar al hombre en su tiempo de soledad, pero solo si busca de la Presencia Divina incansablemente y de manera genuina.
En la Kabbalah, Adám es conocido como “Ish” e “Ishá” (Hombre/Mujer). Por lo tanto, es un deber del hombre unirse a su mujer, pues de otro modo sería un ser incompleto.
El hombre debe orar a Dios por su alma gemela (esposa). Y una vez juntos, esforzarse por cumplir el propósito para el cual fueron creados…
No existe mayor riqueza, alegría y satisfacción para el hombre, que el sentirse agraciado por Dios al ser bendecido con su hogar, familia y descendencia.
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Shalom U'Brajot (Paz y Bendiciones)