Un escritor que se asienta en un lugar por días o semanas, con los gastos pagados, para llevar a cabo un proyecto relacionado con su oficio.
Se cree que la figura del escritor-residente surgió a raíz del exilio al que se vieron sometidos cientos de escritores que salían de sus países de origen, por guerra u otro motivo, originándose esto entre los siglos XIX y XX, y que eran recibidos en otra nación. El compromiso de ellos con quienes los aceptaban era transmitir enseñanzas y experiencias sobre su quehacer.
Bajo un esquema similar se fundó la Casa de España en México, en 1938, mediante el cual el gobierno de Lázaro Cárdenas brindó cobijo y sustento a refugiados intelectuales españoles, cuyas vidas estaban en riesgo a causa del rumbo ganador que tomaba la guerra civil en aquel país.
El compromiso era que ofrecieran conferencias públicas, dictaran algún curso y, algo que no les era obligatorio, que escribieran. Hicieron esto y más, y, de paso, la mayoría se quedó a residir en México dejando un valioso legado.
En Canadá y Estados Unidos la figura de escritor-residente va más allá de la nobleza filantrópica de salvamento y protección a desvalidos escritores. Se ha diversificado y vuelto un esquema común a universidades, centros de escritura, colonias de escritores, centros de tecnología, empresas, negocios, aeropuertos, transatlánticos, y demás.
La escritura-en-residencia puede ser es una forma de vida para algunos, o un complemento a sus entradas económicas, o un negocio para escritores y para no-escritores.
Cada año se realizan (1) contratos directos a escritores de cualquier clase, desde literatos hasta científicos, pasando por médicos o filósofos; (2) se convocan posiciones a ocupar para desarrollar proyectos concretos; o (3) como si se tratara de una escuela, se abren temporadas de inscripción en los lugares más paradisíacos de la montaña o el mar, para congregarse con otros escritores durante 2 o 4 semanas, y dedicarse a socializar con colegas y escribir.
En el primer caso, una institución invita directamente al escritor de su interés para que vaya a residir una temporada a la ciudad donde se encuentra, y cumpla un programa de trabajo. En el segundo caso, como parte de su marketing, empresas convocan a escritores-en-residencia y les dicen lo que se espera de ellos.
Por ejemplo, a finales de febrero del presente 2017, el mall más grande de los Estados Unidos, llamado Mall of America, lanzó su convocatoria para escritores-en-residencia.
El día de ayer 26 de mayo, Matt Stevens del New York Times informó que más de 4,000 escritores habían aplicado por la posición y están a la espera de los resultados. Y, comenta: “probablemente esto nos diga algo acerca de qué tan difícil es hacer de la escritura un medio de vida”.
Esto no es raro, sobre todo si vemos cómo un maratón de escritura, que se organizan varios de ellos cada año en países de habla inglesa, reúnen a más de 30,000 para un solo evento.
Otro caso es el de la compañía ferrocarrilera Amtrak, que comenzó a convocar escritores-en-residencia desde el 2014. Les ofrece viajes y estancias por todos los Estados Unidos, además de un pago. Lo único que tienen que hacer es viajar, escribir y publicar cualquier clase de historias que surjan de sus andanzas.
Respecto al tercer caso, las denominadas colonias o comunidades de escritores son negocios que acondicionan viejas casonas, o cabañas en el bosque, o campamentos y demás, y convocan a escritores que quieran interactuar con otros. Esto no es gratuito, deberán pagar cierta suma convenida. Regularmente algunas comunidades llevan de gancho a uno o dos escritores conocidos, quienes conviven con los demás por unos días.
Victoriano Garza Almanza
Frontera MEXUS